El maestro Hiroshi Hirata, tras una exhaustiva investigación, rescató de los cajones de la historia algunos de los pasajes menos conocidos del Japón feudal. Su trabajo se recopila ahora en ‘Héroes anónimos‘ (Glénat), un libro que recoge 11 relatos cortos de samuráis con un estilo de dibujo ‘gekiga’ que recuerda mucho al de Goseki Kojima (‘Lobo Solitario y su cachorro‘). El autor ha buscado la épica en pequeños actos de humildad o sacrificio protagonizados por el pueblo llano y por funcionarios de bajo rango… Pero eran tiempos difíciles, y casi todas las gestas, por modestas que fueran, estaban bien regadas por chorrazos de sangre, que el dibujante tiene a bien reflejar con detalle.
En primer lugar, si algo destaca de este libro es su estilo ‘gekiga’, muy alejado de lo que muchos lectores occidentales identifican con cómic japonés. ‘Gekiga’ –Wikipedia dixit- es el vocablo nipón para «imagen drámatica», un término acuñado para diferenciar este grafismo de los «garabatos» del manga. Así, estamos ante un dibujo realista, dirigido a un público adulto, cuyo ejemplo más conocido estaría en el ya mencionado ‘Lobo Solitario y su cachorro’.
Hiroshi Hirata es uno de los autores más conocidos de este género, y su estilo casa a la perfección con los sucesos que narra. Casi todas las historias que rescata Hirata -muchas de ellas con tintes legendarios, aunque él reafirme su veracidad- están salpicadas de violencia, pero también encierran la moraleja del sacrificio por el bien común. Así, por ejemplo, en el relato titulado ‘Dokei-Ne’, un anciano decide cortarse la cabeza para evitar una batalla entre dos pueblos. No faltan en otros capítulos las amputaciones y ‘harakiris’, en escenas más bien ‘gore’. Pero también hay casos de heroicidad más mundanos y amables, como el de ‘El samurái deshilachado’, al que su capacidad de ahorro le vale un premio de su señor.
En cualquier caso, Hirata trata de ejercer de notario minucioso de hechos históricos, poniéndose del lado de los débiles sin fisuras -una actitud que el propio dibujante se cuestiona en el épilogo de la obra-. Este afán rastreador del autor continuará en ‘Relatos insólitos de samuráis‘, de próxima aparición.