‘El arte de la ilustración’. Difícil encontrar un título mejor para una exposición dedicada a la obra de Rafael López Espí (Barcelona, 1937), un autor popular gracias a sus portadas para los tebeos de superhéroes de Marvel y DC que la editorial Vértice publicó en España en los años 60 y 70. Unas cubiertas que, como el propio maestro reconoce, a muchos gustaban más que las historietas del interior. Juan Royo es el comisario de esta muestra, abierta hasta el 25 de julio, en el Palacio de Montemuzo de Zaragoza.
El título de la exposición no engaña, se ve mucho arte en estos originales destinados a publicaciones populares.
Eran populares en la manera en que buscaban que el público comprara los productos. Pero esta comercialidad revierte en promoción para el artista, ya que mi obra llegaba a mucha gente; en los años 70 había publicaciones que tenían tiradas de 20.000 ejemplares. Pero luego, además, fui añadiendo más obra a la de esa época y a la temática de los superhéroes de Marvel, con trabajos para otros editores. Esto ha hecho que se me conozca aquí, pero también en Alemania, Inglaterra y, en Estados Unidos, por el tema de las publicaciones de Marvel en España, no porque haya editado directamente allí.
Usted llegó a la ilustración, en sus propias palabras, por cansancio del cómic «por no haber hallado una creación propia». Parece que le salió bien la jugada…
Tenía que ampliar mi campo artístico, no quería quedarme solo en el dibujo de cómic que era en lo que había empezado. Quise meterme en el terreno de la pintura, no a la manera tradicional, sino destinada a publicar en novelas e historias. Pero para poder tomar este camino tuve que dejar apartado el cómic, porque tiene un proceso de realización muy distinto. El cómic es línea que sugiere al lector, pero en la pintura había que darle volumen con el color. Esto es muy costoso, y tuve que cambiar el ‘chip’ de forma radical, y por eso dejé el cómic. Con el tiempo, volví al cómic con las portadas de la publicación de Marvel por la editorial Vértice.
¿Tenía algún personaje favorito de Marvel?
No lo llegué a tener, porque no leía las historias. No me daban el tema, tan solo unas fotocopias en blanco y negro de la portada y la portadilla interior de la edición norteamericana, y de ahí yo tenía que hacer una composición para adaptarlo a las cubiertas de Vértice, con un estilo latino. Las portadas americanas eran demasiado recargadas, y yo entendí que para nuestra mentalidad podía ser más atractivo una idea impactante sobre fondo blanco o negro. Y dí en el clavo. Todos los que me hablan de estas cubiertas me dicen que recuerdan más esta que la historia del interior…
Muchos le habrán comentado que al pasar página se decepcionaban con el contenido…
Sí, les gustaban más. Además el taller donde reproducían los grabados lo hacía de maravilla, y esto hacía que se sacara buen provecho de mis dibujos originales.
¿Recibió alguna vez elogios desde la propia Marvel?
No, nunca. Ellos son potentados… El público sí, aunque no tanto norteamericano, más bien han contactado conmigo holandeses, suecos, alemanes, ingleses…
Usted trabajó para la editorial inglesa Fletway, por la que pasó gente como Hugo Pratt o Alberto Breccia. ¡Menuda nómina de autores!
Esto se entiende cuando explicas que bajo el nombre de Fletway había un edificio que era una colmena de editores. Si había cien editores, cada uno se encargaba de una publicación, y el dibujante que no encajaba en una línea encajaba en otra. La agencia en la que estaba, Selecciones Ilustradas, estaba dirigida por Josep Toutain, que contactaba con ellos, hacía la visita, y tenía visión para ver en que guión podía funcinar cada autor. Así, había muchos dibujantes porque había mucha producción.
¿Por qué siempre se ha tenido que salir fuera para ganarse los garbanzos?
El editor español, aunque ha habido excepciones, perdió su eficacia a partir de los años 70. Pero es espíritu nunca fue ni ha sido creativo. Podía haber una inspiración, como en el caso del Capitán Trueno, pero venía del guionista, en este caso Víctor Mora. Pero esa preocupación por generar tebeos se perdió. Así, en la época de Vértice, se impuso el negocio: compro cantidad ingente de material en Estados Unidos y lo transformo aquí de manera que salga lo más rentable posible. Pero el señor Torras, de Vértice, no se gastó nada en producir, sino en imprimir y editar. Era un negocio rendondo. Y este modelo de negocio es el que ha perdurado hasta ahora con el manga y el cómic USA, pero no se ha generado trabajo para el dibujante español, que se ha tenido que ir fuera.
¿Qué proyectos tiene ahora entre manos?
Estoy jubilado. Sí mantengo relación con el medio, porque no hay ningún dibujante que se jubile y se ponga guantes en las manos para dejar de trabajar. Pero ahora tan solo hago algún encargo privado por placer, por gusto.
Rafael López Espí. El arte de la ilustración. Palacio de Montemuzo, Zaragoza. Hasta el 25 de julio, de martes a sábado, de 10.00 a 14.00 y de 17.00 a 21.00 y los domingos, de 10.00 a 14.00.