Un niño con cola, con una fuerza descomunal, se encuentra con una chica, un viejo y/o un animal que habla, empiezan un viaje con el fin de cumplir un objetivo y al final se enfrentan a unos malvados. Sí, este es el argumento de ‘Dragon Ball‘, y también el de otras dos series que, después de finiquitar su gran éxito, dibujó Akira Toriyama, ‘Kajika‘ y ‘Sandland‘ (hablamos de las más dignas, porque ‘Nekomajin‘ no merece ser considerada más que una gamberrada). Ambos son buenos mangas, pero no dejan de ser la revisión de una fórmula ya vista. La felizmente recuperada ‘Cowa!‘ (Planeta DeAgostini) es otra cosa: Toriyama se lo pasa bien y entrega una divertida historia para niños protagonizada por un par de monstruos y un humano cascarrabias.
Tras tomarse un descanso después de poner fin a ‘Dragon Ball’, Akira Toriyama consiguió que su editor de toda la vida, el señor Torishima, le diera vía libre para serializar un cómic que realmente le apetecía dibujar. Cientos de páginas de escenas de lucha de Son Goku y compañía parecían haber sepultado al genio del humor que años atrás creara ‘Dr. Slump‘. Pero con ‘Cowa!’, Toriyama demostró que su talento para crear historias frescas, divertidas y dotadas de sentido de la maravilla no se había secado.
‘Cowa!’ narra las aventuras de Paifu, un valiente vampirito, mestizo de madre vampira y padre koala, y José Rodríguez -sí, como suena-, un fantasma algo miedoso con tendencia a echarse pedos cuando se pone nervioso. Ambos habitan en Cabo Murciélago, una villa en la que humanos y monstruos conviven en armonía. Sus travesuras se verán interrumpidas cuando los vecinos se ven afectados por una epidemia de la gripe de los monstruos, una enfermedad que causa la muerte en el plazo de un mes. Por suerte, existe un remedio, pero la única manera de conseguirlo es viajar hasta el Monte Búho, donde vive la bruja que fabrica la medicina. Paifu se ofrece voluntario para esta peligrosa misión, y junto a él irán sus amigos José y Apon, además de Maruyama, un malhumorado ex-luchador de sumo que hace las veces de guardaspaldas y chófer.
A partir de ahí ‘Cowa!’ deviene en una ‘road-movie’ infantil, en la que los protagonistas se las verán con unas cuantas dificultades y, sobre todo, descubrirán mundo y gentes. Aquí está una de las grandezas de Toriyama, su capacidad para transmitir la fascinación de quién por primera vez sale de su aldea y ve los neones de una ciudad, o la crudeza de que, en realidad, quienes dan miedo son los humanos, y no los monstruos. Todo ello revestido de un humor tan efectivo como inocente, con un estilo algo más simplificado al que el autor tiene habituado -que ya ensayó en ‘Go! Go! Ackman‘ (incluido en el tomo 1 de las muy recomendables historias cortas ‘Mankan Zenseki‘)-, y con su habitual maestría para la narración.
‘Cowa!’ es, en cierta manera, el regreso a los orígenes de Akira Toriyama. Con este tebeo, el autor se reencontró con su yo del pasado, aquel joven mangaka que deslumbró con una imaginación desbordante en ‘Dr. Slump‘, una comedia que aunó la ciencia ficción, lo fantástico y lo rural como ninguna otra. Hay en ‘Cowa!’ algo menos de acidez; a fin de cuentas, la intención del autor era hacer un cuento para niños. Y lo logra. Toriyama pergeña una entretenida aventura para todos los públicos en la que, además, transmite ideas como el valor de la amistad o la capacidad de redención de las personas.
‘Cowa!’ nos recuerda por qué Toriyama maravilló a toda una generación, y puede servir para atrapar a nuevos lectores para la causa tebeíl. Ahora solo cabe esperar que Planeta DeAgostini, tras esta obra -que ya publicó a finales de los años 90-, recupere en el mismo formato ‘Kajika‘ y ‘Sandland‘, dos tebeos que, aunque repiten esquemas, tienen el inconfundible toque del genio del manga.