Junji Itô y Hideshi Hino ejercen de ganchos para esta antología que, paradójicamente, tiene como principal atractivo ampliar el panorama del manga de terror.
Enjuto, tímido y con apariencia de oficinista cumplidor. Tras esta inocua máscara se esconde un hechicero experto en epatar y noquear las mentes occidentales. Junji Itô se ha convertido en el autor de manga de terror más publicado en el mercado español, filón que ha explotado ECC Ediciones publicando buena parte de su retorcida producción, creada originalmente para -y quizás esto sorprenda al lector menos prevenido- revistas dirigidas a colegialas. Con este as en la manga, y más contando con una portada de susodicho dibujante, el riesgo de editar ‘Ángulo muerto. Antología de cómic de terror’ es más bien escaso. Quien se acerque a este tomo, además de con el autor de ‘Tomie’ (ECC) o ‘Uzumaki’ (Planeta), cuenta con otro nombre de probada fiabilidad en las lides tenebrosas: Hideshi Hino, de sobras conocido por ‘El niño gusano’ o ‘Panorama infernal’ (ambas en La Cúpula). La gracia está, pues, en ver qué hay más allá.
Junji Itô abre el tomo con una versión de Blancanieves que en nada sorprenderá a quienes hayan trillado ya su bibliografía. Lo mismo ocurre con Hideshi Hino, ya que el relato aquí compilado ya aparece en ‘Circo de monstruos’ (La Cúpula). La gran alegría viene por la inclusión de dos historietas de Kanako Inuki, la considerada “reina del terror” nipón, de la que por estas tierras no teníamos noticias desde que la extinta Mangaline publicara hace casi una década su colección de historias cortas ‘Present’. La primera de ellas, ‘Medicina espiritual’ roza la travesura surrealista, mientras que la segunda, ‘Mujeres en la oscuridad’, alcanza mayor altura al dar pátina sobrenatural a unas esforzadas amas de casa, en lo que resulta una brillante idea. Dos muestras tan diferentes como desiguales que hacen pensar que, en caso de que una editorial española quiera volver a probar suerte con esta mangaka, convendrá apuntar bien el tiro.
No se vayan todavía
Aún hay cuatro autores más en este lúgubre escaparate. Michiru Noroi, con ‘Un libro de ilustraciones repulsivas’, crea una atmósfera opresiva entre una pareja cuya vida comienza a alterarse tras meter en su apartamento un misterioso cuento. Yousuke Takahashi tiene dos muestras, en las que su dibujo humorístico neutraliza cualquier pretensión de aterrorizar. Amagappa Shoujogun se inventa una leyenda urbana para servir la historia más pegada a los gustos actuales. Completa el septeto Not Osada, con una tragedia romántica que por momentos parece un poema ilustrado. Con sus más y sus menos, esta antología certifica que, pasados los gloriosos tiempos de la EC y la Warren, Japón no tiene rival en esto de dar escalofríos con viñetas.
*Artículo publicado originalmente en la revista Z nº67