‘El arte de Charlie Chan Hock Chye. Una historia de Singapur‘. ¿Es quizás el nombre menos comercial de la historia para un tebeo? Puede. Y encima es un tochaco. Y sobre una ciudad-estado (mira, como el Vaticano) que buena parte de la población occidental no sabe ubicar en el mapa. Pero… Cualquier pereza a la hora de afrontar este cómic, coeditado en España por Dibbuks y Amok Ediciones, es un error fatal. Lo es porque supone privarse de una lectura fantástica, en la que su autor, Sonny Liew, ha realizado un doble salto mortal que justifica más que sobradamente los tres premios Eisner 2017 de los que ha sido merecedora (mejor autor, mejor obra asiática y mejor diseño).
¿Quién es Charlie Chan Hock Chye? Sonny Lew nos presenta – literalmente, porque aparece como personaje en el tebeo- a un desconocido y anodino dibujante de cómics, ya setentón, a través de cuyos lápices se ha ido reflejando la realidad política y social de Singapur. A lo largo de casi seis décadas, Charlie se dedicó a trasladar a viñetas algunos de los principales acontecimientos de la ciudad-estado desde su independencia de Gran Bretaña. De esta manera, – primer salto mortal de Liew- descubrimos que el modelo político y económico de Singapur, abiertamente orientado a atraer la inversión internacional, fue cincelado con mano de hierro por el imbatible primer ministro Lee Kuan Yew, que tuvo como némesis al Lim Ching Siom, un opositor al que la historia oficial del país ha etiquetado como comunista. Liew denuncia valientemente cómo en nombre de la estabilidad social y del bienestar ciudadano el partido en el poder desde 1959, el Partido de Acción Popular (PAP), ha sacrificado derechos y libertades y ha modelado la opinión pública a base de censura.
Que Liew se haya inventado a un personaje como Charlie Chan como hilo conductor no es casual. Llega el segundo salto mortal. A pesar de que como dibujante profesional se coma los cagaos, el protagonista demuestra una voluntad inquebrantable como creador de cómics. Ama los tebeos. Así que desde su tierna adolescencia sigue atento las corrientes internacionales y va absorbiendo influencias: Osamu Tezuka, Harvey Kurtzman, Hergé, Carl Barks, Walt Kelly, Wally Wood, Jack Kirby… ¡Y hasta Frank Miller o Jirô Taniguchi! Sonny Lew hace un portentoso ejercicio de estilo metiéndose en la piel de su creación y haciéndole dibujar páginas y páginas que destilan crítica al momento político del país… Y que precisamente por eso, en su mayoría, se quedaron en el cajón hasta este rescate ficticio.
Contrariamente a lo que pueda parecer la primera vez que uno se acerca al tomo, una vez iniciada la lectura, ‘El arte de Charlie Chan…’ se devora en un suspiro. La historia de Singapur se convierte en manos de Sonny Liew en una materia apasionante, narrada hábilmente a través de los testimonios y cómics del protagonista. Por supuesto, el aficionado al medio gozará como gorrino en cochiquera con todas las referencias que cuela el autor. ¿Se le puede poner algún pero? En pos de no despistar al lector ante una avalancha de información, Liew opta por dotar a Charlie Chan de una personalidad bastante gris; lo que en un sentido es una acierto, por otro lado resta sentimiento al conjunto. Otro pero, más inconveniente que tara intrínseca: el lector occidental desconoce por completo la trayectoria de Singapur, así que hay una barrera cultural que exige cierto esfuerzo y que, ni tirando de notas aclaratorias, es posible superar en todos sus tramos.
‘El arte de Charlie Chan Hock Chye. Una historia de Singapur‘ es un falso cómic documental deslumbrante: la historia de un país real a través de la vida de un hombre imaginario, escrita entre las líneas de una bella carta de amor a los tebeos. A ver si hay suerte y la retahíla de reconocimientos que está recibiendo ayuda a que llegue a un buen número de lectores españoles.