Un tebeo de apenas 72 páginas y, en su portada, la firma de siete autores, o más. Esto es lo que se ve mes a mes en las novedades de DC en España, editadas por ECC; un fenómeno que no por habitual deja de llamar la atención por lo que cuenta del proceso de producción de una obra y de su forma de publicación original. A veces, arriba del todo de esa enumeración de autores, hay un nombre interesante. En el caso de ‘Batman. Gothtopía‘, el evento con el que se inauguró el 75 aniversario del Hombre Murciélago, quien está a la cabeza es ni más ni menos que John Layman, el escritor de la disparatada y recomendable ‘Chew‘ (Planeta DeAgostini). Batman, John Layman y una historia en la que Gotham se convierte en una ciudad feliz. Suficientes ingredientes para darle una oportunidad a los dos volúmenes editados por ECC en los que se recopila este arco argumental.
John Layman propuso a los editores de DC la siguiente premisa: ¿Qué ocurriría con Batman y compañía si Gotham fuera una ciudad de paz y esperanza? Y a los jefes les pareció tan interesante que, en lugar de circunscribir la historia a las tres entregas previstas de la colección Detective Comics, la extendieron a las aventuras de otros personajes del Bat-Universo: Batgirl, Catwoman y Aves de Presa, cada una escrita y dibujada por sus respectivos equipos creativos. Ese es el material aquí recopilado.
La parte de Layman arranca con Hiedra Venenosa clamando «¡Despierta, Gotham!» por las calles de la ciudad ¿maldita?. Porque lo que vemos es una urbe irreconocible, luminosa y alegre, una utopía casi. Un blanco -y radiante- Batman llega para parar los desaguisados de Hiedra, y lo hace acompañado de Catbird, un novedoso alter ego de Selina Kyle, esto es, Catwoman. Y encima, resuelto el embrollo, se arrean un beso de pareja enamorada. ¿Pero qué pasa aquí? Parece que la población gothamita al completo es víctima de una ficción colectiva de felicidad, y los héroes tampoco han escapado a este extraño embrujo. Pero Batman es incapaz de disfrutar de la vida ni bajo toneladas de almíbar, así que el Caballero Oscuro empezará a sospechar que aquí hay gato encerrado.
Los editores tenían razón, el planteamiento de ‘Gothtopía’ es interesante. Tanto que es una pena que quede quemado en apenas 72 páginas (las que ocupan las tres entregas de la historia de Detective Comics), en las que Layman tira adelante una trama sin espacio para desarrollos accesorios, que resulta a la fin precipitada y con apenas algún apunte para estudiar a los personajes. Una cosa es que Batman tenga 75 años a sus espaldas y otra que no se le pueda todavía sacar jugo a su psicología, contar algo nuevo sobre él, o con él, más teniendo la ocasión de enfrentarlo a algo tan poco común en su reciente mitología como la felicidad, aunque esta sea artificial. En lo gráfico, Jason Fabok y Aaron Lopresti cumplen, aunque el primero ciertamente marca la diferencia respecto a los demás dibujantes del evento.
Sobre el resto de material que completa ‘Gothtopía’, cabría calificarlo como discreto. Sobre todo, por lo poco que aporta a la trama principal y por lo desigual del resultado. Es, como cabría pensar, una manera de extender un concepto interesante a otras colecciones, pero más bien como un invitado forzoso para alegrar las ventas que como algo que pueda dar interés a la propia serie o al conjunto del evento.
Si le quitamos la paja, el grano de John Layman queda como una interesante propuesta, aunque -pensemos que por falta de espacio-, insuficiente en su desarrollo. En todo caso, el mayor reproche que se le puede hacer al escritor, sobre todo desde el prisma del lector de ‘Chew’, es que no haya ni un ápice del humor ni del atrevimiento que se gasta en su cómic enseña.