Con ‘Contrapaso. Los hijos de los otros’ (Norma Editorial), Teresa Valero realiza a través de una historia de género negro un fiel y crudo retrato de la España de los años 50
Suena ‘El huerfanito’ de Antonio Machín. Crujen las cabezas de gamba tiradas sobre el terrazo de un bar. Los barrenderos se afanan con la nieve; estamos ante la ola de frío más cruda del siglo XX. El régimen de Franco está más que asentado tras su reconocimiento internacional, aunque los estudiantes andan alborotados. Estamos en el Madrid de 1956, a donde acaba de regresar desde Francia León Lenoir, un joven periodista con ganas de comerse el mundo. La realidad le va a dar un buen sopapo.
Una de las caras del desencanto es Emilio Sanz, un veterano periodista de sucesos que va a ser su compañero en el diario ‘La Capital’. Falangista de la vieja guardia, disconforme con la deriva del régimen, sigue obstinado en sacar la verdad a la luz. Una de sus obsesiones es desvelar quién se oculta tras una serie de asesinatos de mujeres. Juntos, Lenoir y Sanz, se van a enfrentar a un nuevo caso, aunque en esta ocasión al tirar del hilo van a dar con una madeja de oscuros intereses. En su ayuda acude Paloma Ríos, dibujante de la revista ‘Mujer de verdad’ y prima de Lenoir, con quien mantuvo un romance de adolescencia cuyas brasas aún perviven.
A través de la mirada de estos tres protagonistas, a los que se suma un elaborado elenco de secundarios, Teresa Valero (Madrid, 1969) muestra las frágiles costuras de esa España gris y oprimida que se suponía en «paz». Lo hace a través de la trama criminal que hila la historia, que tiene entre sus principales ejes el robo de niños en maternidades. Un asunto turbio, cuyas dolorosas consecuencias se arrastran aún, que revela la impunidad con la que se movieron figuras destacadas del franquismo.
La autora construye una intriga lo suficientemente compleja y sólida para mantener al lector expectante a cada página; sin embargo, sagazmente, no la hace tan intrincada como para desviar la atención del foco social. Y es que, como en los mejores clásicos del género negro, ahí está el verdadero meollo de esta novela gráfica: mostrar cómo cualquiera que se moviera un ápice del marco social impuesto por los vencedores, incluso aquellos teóricamente bien posicionados, lo iba a pagar muy caro. Una situación especialmente hiriente para las mujeres y las personas homosexuales, cuyos derechos eran constantemente pisoteados, como bien refleja este cómic.
En ‘Contrapaso’ hay también otras muchas historias. Valero realiza una labor extraordinaria en el dibujo, que mete de lleno al lector en la época. Cada vez que abre un poquito el plano, allí, de fondo, ocurren un sinfín de pequeñas cosas. La vida cotidiana brilla gracias al manejo del color y la luz: una pareja de enamorados, una madre paseando con sus hijos, una sirvienta sacudiendo las alfombras, un botones corriendo entre los parroquianos de una cafetería… Como dice Elvira Lindo en su prólogo, «dan ganas de entrar en una de estas viñetas».
‘Contrapaso’, que se ha editado de forma simultánea en Francia por Dupuis y en España por Norma Editorial, se mueve en los códigos del álbum francobelga. Un terreno conocido que hace aún más accesible una novela gráfica con ambición de llegar al gran público. Si la calidad y el cariño que denota cada viñeta tienen el justo premio que merecen, a buen seguro que lo hará.
Contrapaso. Los hijos de los otros, de Teresa ValeroNorma Editorial, cartoné, color, 152 págs.25 euros