Entrevista por Isabel Cebrián
Los valencianos Cristina Durán y Miguel Ángel Giner Bou han vuelto a la novela gráfica con ‘Cuando no sabes qué decir’ (Salamandra Graphic, 2015). Tras dos obras autobiográficas, ‘Una posibilidad entre mil’ y ‘La máquina de Efrén’, cómics educativos y divulgativos como ‘Pillada por tí’ (para sensibilizar sobre la violencia de género) o ‘Viñetas de vida’ (un cómic sobre cooperación internacional), en su nueva obra toman distancia para recrear, en tres tiempos, la relación entre cuatro amigos de la facultad. Un hecho del presente hace que su protagonista recuerde una situación del pasado y la pérdida de la amistad con uno de sus antiguos compañeros, al que quería mucho, y la descomposición del grupo de amigos. El característico estilo gráfico de Cristina sirve de soporte a una historia original de Miguel, que ha compuesto un guión inspirado en el jazz, con sus partes estructuradas y sus improvisaciones, trufado de referencias musicales y cinematográficas que hacen avanzar la narración hasta el inesperado hecho que desencadena el conflicto.
‘La máquina de Efrén’, en el que relatasteis el proceso de adopción internacional de vuestra hija Selam, salió en 2012 ¿Cómo ha sido volver, tres años después, a presentar un cómic al público?
Miguel: Estamos muy contentos, pero es cierto que nuestros tebeos siempre han llegado más a gente de fuera del mundo del cómic, que de dentro. Seguramente, la primera tirada de ‘Una posibilidad entre mil…’ (su primera novela gráfica, sobre el nacimiento de su hija Laia, que sufre parálisis cerebral) la leyeron sobre todo personas del mundo de la discapacidad. Pero eso fue cambiando con el tiempo y a partir de críticas en blogs especializados, fue llegando a más gente del mundo del cómic.
Parecía que esta vez os ibais a desligar de la autobiografía, y sin embargo, no os habéis ido muy lejos. ¿Cuánto hay de autoficción en esta historia?.
Miguel: En realidad, todos los escritores escriben sobre sus otros yos. Yo soy dibujante, ilustrador, guionista, pero en una época de mi vida me planteé ser crítico de cine. Lo que he hecho es imaginar como hubiese sido mi vida manteniendo esas relaciones que tenía en la juventud si hubiese sido crítico de cine. Me ha salido un tipo muchísimo más cínico y tristón que yo, lo que me hace pensar que elegí bien. (Los dos ríen). La base de partida es real, pero los hechos que acontecen son un Frankenstein, fragmentos de otras historias que he ido montando como un puzzle.
Cristina: La gente que nos conoce a los cuatro del fanzine (No Aparcar Llamo GRUA, el fanzine que crearon junto a Robin y Alberto Botella cuando eran estudiantes de Bellas Artes) ve y reconoce un reflejo de esa relación, la atmósfera entre los personajes, y eso es lo que queríamos captar; pero está todo mezclado, no hay un personaje que sea tal o cual. Y de hecho, nosotros hemos seguido siendo amigos…
Esa atmósfera se refleja también en la ciudad, en las películas, las tiendas y los bares, ese tipo de referentes que marcan también el presente de la historia.
C: Si, de hecho no queríamos poner fechas. Son los estrenos de las películas los que marcan ese tiempo.
Es muy contemporáneo partir de la propia experiencia para construir una historia; pero supongo que también es algo de la edad: hacerse mayor y darse cuenta de quién es, cuáles son sus amigos, si ha elegido bien o mal….
C: Mucha gente nos ha dicho, “es un cómic de nuestra edad”, por lo que estás diciendo: los 30, los 40 es cuando te dedicas a reflexionar un poco en la gente que se ha cruzado en tu camino, la gente que has perdido.
M: Pero es curioso, porque esta historia está basada en un relato que escribí justo al acabar la facultad, a los veintitantos. Y casi el 70% de la historia está en ese relato que escribí antes de los treinta, y todas esa reflexiones ya estaban en aquel relato; pero ahora lo ves con más perspectiva, lo puedes rellenar mucho mejor.
C: Además, era una historia que daba lugar mucho a hablar de cine, que es la pasión de Miguel… Era un poco excusa para que contara todo eso, todas su anécdotas.
Es interesante cómo eso se lleva al lenguaje de la ilustración y del cómic. Son precisamente en esas partes en las que recreáis ‘Los paraguas de Cherburgo’ o los personajes de ‘El apartamento’, las que hay un trabajo más interesante de composición, color, detalle…
M: Ya sabes que toda narración tiene un ritmo o una música detrás. Si te fijas, el ‘Beowulf’ es rock and roll, ‘Cenizas’ lo veo más country, ‘Una posibilidad entre mil’ es un gospel, más desgarrador. En ‘Cuando no sabes qué decir’, la base es el jazz, esa era la inspiración. Los colores que van apareciendo son bases rítmicas, melodías. Y las anécdotas son los solos, las improvisaciones de Cristina. Como guionista, le dije: “no hay límite de páginas, no hay límite de técnica, haz lo que te apetezca, improvisa…”. Cristina se lo ha llevado a su terreno y se ha podido divertir más en esas partes.
C: Sí, me apetecía dibujar con más detalle, volviendo al gouache, a cosas que hace tiempo que no hacía. Hacer todo el cómic así era imposible, por tiempo y agotamiento, pero el hecho de tener unas páginas en las que explayarme ha sido un disfrute. Volver a coger los pinceles, a mancharme las manos… Y también volver a disfrutar de las películas, que me entusiasman a mí también, y poder llevármelo a mi terreno. De hecho, al ver ‘Los paraguas de Cherburgo’ cambiamos el guión, porque necesitaba imperiosamente dibujar esa página, o ‘El crepúsculo de los dioses’: me relamía al pensar que tenía que hacer tres páginas sobre ella. El resto del cómic es muy estático; Migue me pedía que lo hiciera así para que hubiera un contraste con las otras páginas.
¿Miguel, marcas mucho el guión a Cristina? ¿Las páginas vienen muy planificadas?
M: Este cómic ha sido el más planificado de los que hemos hecho. Yo empiezo con la escritura automática, y cuando tengo el ‘plot’ cerrado, hago el ‘storyboard’. Siendo ilustrador, pienso en imágenes y el guión literario no es necesario. En los anteriores sí que hay páginas completas escritas por Cristina, que yo solo encajaba. En este caso, yo he escrito todo, aunque ella haya hecho algún pequeño cambio.
C: Sí, ha sido la primera vez que he tenido más la sensación de ser guionista – dibujante. Luego, con las páginas, el color y las técnicas ya es otra cosa. Por ejemplo, las escenas del guache las he pintado yo; pero Miguel hace el color en Photoshop y la acuarela en grises. Ya sabemos lo que se nos da mejor.
Vuestros anteriores trabajos partían de la necesidad de contar una experiencia vital importante o un hecho doloroso. Se nota que este tebeo lo habéis hecho para disfrutar, ganándole tiempo al trabajo, a los cuidados.
C: Sobre todo el último medio año ha sido así. Valencia es una locura de eventos culturales, y yo me pegué los últimos meses como castigada, sin salir; Pero llegaba el domingo, tenía un rato libre y me iba al estudio. Me lo pasaba tan bien…
M: Y eso que es el cómic más negativo de los tres.
C: Negativo no, melancólico. Nosotros somos muy positivos, y mucha gente nos ha dicho que mientras los libros anteriores se quedaban con un ánimo muy positivo, este se ha quedado algo melancólico… Realmente, es para abrir preguntas sobre la amistad.
Hablando de Valencia, el cómic retrata el ambiente cultural de la ciudad: la filmoteca, los cafés, las tiendas de discos. Y ahora, desde fuera, se percibe esa vida con las ferias, festivales, librerías… ¿Cómo vivís vosotros y cómo contribuís a esa vida cultural valenciana?
M: Como presidente de APIV, la asociación de ilustradores, me llaman para muchas cosas, así que sí que participo. Desde la asociación intentamos estar muy activos, colaborar con otras citas como las Jornadas de Cómic de Valencia que organiza Asovalcom. En la gerencia y la administración hay gente joven e intentamos que la asociación de ilustradores este presente en todo lo que se hace en torno a la ilustración. Valencia siempre ha sido una cuna de ilustración de cómic y es un reflejo de lo que pasa a nivel mundial, que la ilustración y el cómic están un poco de moda y los jóvenes quieren dedicarse a eso. Por eso hay másteres y escuelas de ilustración y diseño, bellas artes, muchos alumnos… Y cuando metes a tantos estudiantes de artes en una ciudad, todo bulle.
C: Cada año salen nuevas remesas de ilustradores y comiqueros; y el contexto de crisis ha puesto a trabajar la imaginación: los ilustradores hacen tertulias, exposiciones, combates de ilustración… Los libreros se han dado cuenta de que no vale con estar, también tienen que crear la actividad cultural, que se ha desplazado del barrio del Carmen al barrio de Ruzafa.
¿Y ya tenéis el runrún de algo nuevo?
C: Teníamos ganas de salir, de presentarlo. Pero ahora hemos estado en el Salón del cómic de Barcelona, y luego en la feria del libro de Valencia y aun quedan presentaciones y ferias por delante, ya tenemos ganas de pensar un nuevo proyecto.
M: Hay varias ideas: pronto nos sentaremos a ver cual es el siguiente.
Cristina Durán y Miguel Ángel Giner estarán presentando su libro en varias librerías de Valencia durante el mes de mayo, y participarán en la feria del libro de Madrid, entre otras citas.