En ‘El botones de verde caqui‘ ocurren y se cuentan tantas cosas que resulta casi abrumador. El título elegido por Dibbuks para iniciar su edición de Spirou en España es toda una declaración de intenciones: amplio reconocimiento al pasado del personaje sin escatimar atrevimiento para recorrer nuevos caminos. Yann, uno de los guionistas más prolíficos del mercado francobelga, tira de oficio para situar a Spirou en el controvertido tiempo de la ocupación nazi de Bélgica, y cuenta para ello con el buen hacer del dibujante Olivier Schwartz. El resultado es un álbum entretenidísimo, lleno de aventura y acción, que además regala un sinfín de guiños a los aficionados.
Lo primero a señalar es que ‘El botones de verde caqui’ es un álbum de la línea ‘Una aventura de Spirou y Fantasio por…’, fuera de la colección regular de Spirou. Por tanto, los autores, en este caso Yann y Schwartz, han gozado de relativa libertad para plantear una historia más adulta y compleja que las habituales. No han desaprovechado la oportunidad, e incluso han puesto su granito de arena a la continuidad del personaje, entroncando la acción con lo que contó Émile Bravo en su genial ‘Diario de un ingenuo‘, inmediato predecesor de éste álbum.
La trama ‘El botones de verde caqui’ arranca en 1942. Bélgica bajo la bota nazi. El Hotel Moustic, donde trabaja Spirou, se ha convertido en el cuartel de las SS en Bruselas, así que el joven botones ha cambiado su habitual uniforme rojo por otro de color camuflaje. ¿Se ha convertido Spirou en un traidor colaboracionista? Ni mucho menos. Desde su posición aprovecha para filtrar información a la resistencia. Para no delatarse, guarda el secreto incluso a su amigo Fantasio, el cual, a pesar de su furibundo rechazo a la ocupación boche, trabaja como documentalista para Le Soir, periódico colaboracionista. Por si tuvieran pocas emociones en sus vidas, Spirou se ve implicado en el descubrimiento de una extraordinaria arma que mina la aviación alemana, mientras que a Fantasio le caen del cielo, literalmente, los aliados.
A partir de aquí, Yann desarrolla una historia llena de emociones y giros, en la que, en la mejor tradición de Franquin, en apenas 62 páginas pasan mil cosas y se tocan un montón de temas . El distanciamiento entre Spirou y Fantasio se traduce en dos tramas en apariencia separadas, en las que cada protagonista deberá hacer frente a sus propios problemas. Llama la atención el atrevimiento del guionista en su decisión de implicar plenamente a los personajes en su tiempo, sin esquivar el tema del colaboracionismo (hay incluso en estas páginas una especie de juicio moral a Hergé, el creador de Tintín). Es todo un acierto, igual que lo es no obviar la parte más cruda de la guerra. A desenfadadas escenas costumbristas le siguen a vuelta de página otras en las que se muestran las miserias y tragedias del conflicto. Tampoco hay tapujos para mostrar los escarceos amorosos de los personajes, con un Fantasio en sorprendente estado de gracia.
La labor de Schwartz en el dibujo, que cuenta con el indispensable color de Laurence Croix, está a la altura. Con un estilo deudor de los grandes maestros de la línea clara, realiza un trabajo detallista, en el que cada página incluye decenas de detalles en los que detenerse, sin que por ello la narración deje de fluir. Su trazo es perfecto para reforzar la sensación de contraste en un álbum en apariencia amable pero que cuenta una historia llena de aristas. Un trabajo magnífico que queda ensalzado por la excelente edición de Dibbuks, en un tamaño acorde con lo que necesitan las planchas para disfrutarse a placer.
Mención especial merece la enorme cantidad de guiños que incluye ‘El botones de verde caqui’. Las referencias son muchas, y tienen la virtud de que despiertan la sonrisa cómplice del lector avezado sin obstaculizar la historia a los no iniciados. Se puede disfrutar plenamente del álbum sin pillar las alusiones a Tintín, a Blake y Mortimer o a las historietas clásicas de Franquin, pero… ¡Ah, cuándo se descubren! El corazoncito de los amantes del cómic francobelga y de los fieles a Spirou seguro que queda arrebatado por estos pequeños detalles.
‘El botones de verde caqui’ es un tebeo denso y acelerado. Resulta quizás incluso un tanto excesivo. Aún así, es un gran álbum, entretenido sin caer en lo fácil, que demuestra que Spirou, en buenas manos, es un auténtico filón. Un título perfecto para reencontrarse o descubrir al sempiterno botones (de rojo y negro).