¿Un ‘Expediente X’ en la Francia pre-revolucionaria? El guionista francés Fabien Vehlmann irrumpió en el mercado editorial español con ‘El Marqués de Anaon‘, donde el caballero Jean Baptiste Poulain se enfrenta a hechos en apariencia sobrenaturales a lo largo de cinco álbumes. Para esta obra, Vehlmann contó con los lápices de Matthieu Bonhomme, un dibujante hecho para la aventura.
‘El Marqués de Anaon’, publicado por Norma Editorial, está inspirado en un personaje legendario del siglo XVIII que vagaba por los caminos de Francia luchando contra demonios y otros seres del Otro Mundo. En ‘La isla de Brac’ se nos presenta al joven Poulain de camino a una ínsula gobernada por un barón al que todos los aldeanos temen. Llega para ejercer de tutor del hijo del noble, pero poco le dura el trabajo: el muchacho aparece muerto en extrañas circunstancias. Poulain, encerrado en la isla contra su voluntad, deberá desentrañar el misterio envuelto en una opresiva atmósfera.
En este primer tomo se presenta al personaje y encontramos los elementos referenciales de la obra: Poulain se encuentra en un entorno hostil, asfixiante, en el que se plantea un misterio atribuido a causas sobrenaturales. Él intentará arrojar luz sobre la historia haciendo uso de la razón y acabará arrastrado a una aventura llena de acción y terror.
Presentado el personaje, la serie coge vuelo. En ‘La virgen negra’, el atormentado ‘Marqués de las almas en pena’, como se apoda a Poulain, acude a Puy-Marie, un pueblo perdido donde empezará a investigar para descubrir por qué un demonio está matando a las chicas del pueblo.
En ‘La providencia’, encontramos a un Poulain en pleno viaje en barco camino a España, invitado por una noble andaluza. Durante el trayecto, un enemigo invisible irá matando a la tripulación y sacará la parte más oscura de los menguantes supervivientes.
El Marqués y su amigo Xavier -única vez que el protagonista tiene un compañero de aventuras- se las ve en ‘La bestia’ con un abominable hombre de las nieves que arrasa los pueblos de los Alpes. Si el anterior tomo transcurría en alta mar, aquí la montaña es la protagonista, con un gran despliegue de Bonhomme, que recrea magníficamente las cumbres en pleno invierno.
Cierra la serie -hasta el momento- ‘La cámara de Keops’, quizás el más flojo de todos los álbumes. Transcurre en Egipto, a donde Poulain es arrastarado por una extraña e inesperada herencia. Si bien repite el esquema de éxito del resto de historias, el cambio de aires hace perder fuerza al rasgo principal de ‘El Marqués de Anaon’, la atmósfera de opresión y misterio.
Fabien Vehlmann probó aquí con el cómic de aventuras más tradicional, de época, pensado para el lector adulto y con toques de terror. La jugada le salió bien, aunque la serie pierde fuelle conforme avanza, a base de explotar la misma fórmula álbum tras álbum. Contribuye de manera decisiva al buen nivel general el dibujo de Bonhomme, aliado con el colorista Delf, en una línea clara adulta que mantiene cuidadoso equilibrio entre lo clásico y lo nuevo.
Más sobre Vehlmann en Viñetario: Parte 1, ‘Green Manor’