Carlos Azagra, el mítico creador de ‘Pedro Pico y Pico Vena’, firma junto a Encarna Revuelta su tebeo más personal, un emotivo viaje a sus veranos en Morón de la Frontera

fonda pascual

“La patria es la niñez, ese mundo que ya nadie te puede quitar”. Carlos Azagra (Morón de la Frontera,1957) hace suyas las enseñanzas de su viejo profesor en su nuevo cómic, ‘Fonda Pascual‘, con los colores de su inseparable compañera de vida y arte, Encarna Revuelta. El prolífico dibujante, conocido por sus personajes para El Jueves, los punkis Pedro Pico y Pico Vena, lleva unos años en racha, y eso que su relación con la revista se vio interrumpida en 2014 (y luego felizmente retomada). Aquel bache fue en realidad una plataforma de impulso, de la mano de las aragonesas Editorial Cornoque -el sello de la Asociación Malavida- y GP Ediciones, con las que ha publicado en este tiempo un buen número de álbumes: ‘El último aragonés vivo’, ‘Estoy hecho un cocinicas’, ‘TeBeO Labordeta’…Un fervor del que ha brotado un fruto de madurez, un tebeo íntimo y que sin duda se sitúa entre lo mejor de la producción del autor.

Con ‘Fonda Pascual’ Azagra compone un álbum de recuerdos de su infancia en Morón de la Frontera, localidad sevillana donde su familia materna regentaba el hostal que da nombre al cómic y a la que se desplazaba todos los veranos, dejando atrás el cierzo de Zaragoza. En una de las habitaciones del establecimiento nació el propio Carlos, en plena feria, y su abuela no dudó en invitar a todos los huéspedes a un anís para celebrarlo. El retrato de la anciana, mujer de pelo argénteo y bata florida, es quizás el mejor ejemplo del espíritu de esta obra, en la que el autor refleja las personas, lugares y momentos queridos dejándose llevar por las emociones de la infancia. Así afloran anécdotas que para un adulto pueden parece triviales, pero que son un auténtico mundo en la edad de la inocencia: travesuras, cuentos, moratones, viajes, miedos, canciones…

Luz de verano

Azagra, fiel a sí mismo, ofrece una colección de retales “sin orden, ni concierto”. Curiosamente, esta aparente narración anárquica, lejos de ser un problema, convierte el cómic en una experiencia memorable, por cuanto conecta a la perfección con la forma en la que los recuerdos afloran en nuestro cerebro, a veces de la forma más inesperada. Mención especial merecen las primeras páginas, casi un ejercicio de dibujo automático a medida que al autor le venían imágenes a la cabeza, en una ráfaga de nostalgia por los tiempos que no volverán.

‘Fonda Pascual’ es una obra tan profundamente personal que, inevitablemente, resulta universal.

 

*Artículo publicado originalmente en la revista Z nº70