Gerardo Vilches (Madrid, 1980) es uno de los divulgadores de cómic más activos del momento. Sea en Entrecomics o en su blog personal, demuestra que escribir sobre tebeos es algo casi impulsivo en él. Lo hace además desde su perspectiva de historiador, que le lleva siempre a extender el análisis más allá de la actualidad y poner los tebeos en contexto. En los últimos dos años, además de seguir trabajando en su tesis doctoral sobre revistas satíricas de la Transición y fundar y co-dirigir la revista Cuadernos de Cómic (CuCo), ha estado enfrascado en la redacción de ‘Breve historia del cómic‘ (Nowtilus). Un libro que sale a la venta este mes, tanto en papel como en formato digital, y que supone un ejercicio de divulgación que pretende llegar a un amplio público.
Gerardo Vilches, a través de un cuestionario, da más detalles sobre esta obra, que pretende ser «un relato ameno, que pueda leer cualquiera». Puede verse un avance de la obra aquí.
¿Cómo se mete la historia del cómic en poco más de 300 páginas?
Pues con grandes quebraderos de cabeza y sintetizando muchísimo, como te puedes imaginar. Y reescribiendo más aún, aprendiendo a renunciar a cosas que, puestas en perspectiva y ajustadas al espacio que tenía, no eran imprescindibles. Hay que dejar cosas fuera y las que están tienen que contarse de la manera más clara y concisa posible, porque además si hubiera intentado apretar aún más datos habría salido algo totalmente ilegible. Se trataba de hacer un relato ameno, que pueda leer cualquiera.
¿Qué diferencia tu enfoque de otras obras teóricas como ‘Del tebeo al manga’ o ‘La novela gráfica’, por citar dos de las más conocidas de la última década?
Citas dos de las obras teóricas más importantes que han aparecido en los últimos años en España, y desde luego ambas son referencias importantes para mí y las he consultado mientras redactaba mi libro. ‘Del tebeo al manga’ es una obra mucho más ambiciosa que la mía, dirigida a un público algo más especializado, tal y como yo lo entiendo, que quizás ya es lector habitual y quiere profundizar aún más. Y desde luego es una obra de consulta y referencia para cualquiera que investigue el medio. ‘Breve historia del cómic’ es mucho más divulgativa, y su enfoque siempre estuvo claro: ofrecer una obra relativamente ligera que pudiera ser una puerta de entrada a la historia del medio para personas que no han leído miles de cómic a lo largo de su vida pero el momento actual les genere curiosidad hacia ellos. Y con respecto a ‘La novela gráfica’, el libro de Santiago García, para mí está a otro nivel, no es una obra general sino que estudia un fenómeno muy concreto dentro del cómic, y que además en origen era un trabajo universitario. Es una obra de investigación.
En tu blog aseguras que has caído en cierta visión etnocentrista, pero llama la atención el espacio que le dedicas al manga, que deja de ser un apunte exótico para integrarse en la historia global del cómic. Algo similar ocurre con el cómic latinoamericano, un gran olvidado.
Me refería a que es una obra escrita desde España, desde la visión que tiene un lector y crítico español, a partir de lo que se ha publicado aquí y de lo que es accesible para nosotros, aunque haya intentado ir más allá. Fíjate por ejemplo que renuncio a hablar de cómic de Europa del Este, o de países asiáticos que no sean Japón. En el caso del manga hablamos del mercado mundial más potente, me parecía ineludible. Aunque creo que tienes mucha razón en lo que dices en tu pregunta, ahora que lo pienso: casi siempre el manga se ha estudiado de manera independiente en España. Hay expertos y estudios sobre cómic y luego están los de manga, como si fuera otra cosa diferente. He intentado que mi perspectiva fuera otra, más inclusiva, dado que para mí es lo mismo. Respecto al cómic latinoamericano es verdad que en España está muy olvidado, sobre todo a nivel editorial: apenas hemos visto aquí nada. Ahora se están empezando a publicar novelas gráficas latinoamericanas, pero es imposible encontrar ediciones españolas de casi todos los clásicos del tebeo popular de México o Argentina. Dado que compartimos lengua con estos países me parecía importante tratarlo, aunque sea de modo muy resumido y seguramente incompleto.
También hablas de momentos de mayor ‘densidad’ y de ‘aceleración histórica’. ¿Cuáles son esos momentos?
En el caso del cómic, desde luego las tres primeras décadas del siglo XX son cruciales y el medio se desarrolla a mucha velocidad. Y luego claramente la década de los 60, con Marvel Comics y diferentes movimientos de cómic de autor tanto en Europa como en Estados Unidos. Se sientan las bases de muchas cosas, lo cual, por supuesto, no quiere decir que después no suceda nada ni haya cambios, el medio está en permanente movimiento.
Te detienes en varios nombres propios: Eisner, Schulz, Bonelli, Oesterheld, Watterson… ¿Ha sido difícil dedicar espacio a unos y no a otros? ¿O es una cuestión de ‘relato histórico’, de personas que han sido decisivas?
Es una cuestión de relato, sí. Creo que todos los nombres destacados en el libro por dedicárseles epígrafes propios son importantes, claro, pero tampoco lo son más que otros de los que se habla dentro de capítulos amplios, como por ejemplo Alan Moore, Osamu Tezuka o Frank Miller; simplemente, por cuestión de estructura de la obra y de organización, hay autores que se salían del hilo conductor y “me pedían” estar un poco al margen.
Tratas el glorioso inicio de la Era Marvel, se pasa por la madurez de los superhéroes, su decadencia y su resurgir… ¿Marvel es el mejor indicador de la salud del cómic en general?
Marvel junto con DC es el mayor representante del cómic popular e industrial americano desde los años 60, así que que sus alzas y caídas están muy relacionadas con el cómic, pero yo diría que más con ese cómic masivo que con el cómic de autor que aparece a partir del underground. Ahora mismo no creo que la salud de las series de Marvel influyan o digan mucho de cómo les van las cosas a Chris Ware o Daniel Clowes.
A principios del siglo XX, el cómic se convirtió en un medio de comunicación de masas… ¿Crees que a principios del siglo XXI se puede seguir calificando como tal?
Creo que no, rotundamente. Es una cuestión muy extensa, que trato resumida en el libro, pero básicamente creo que las condiciones desde los tiempos en los que el cómic era un medio verdaderamente masivo han cambiado por completo. Pero no, como creen muchos, porque ahora se hagan peores cómics que antes, o porque no sean para todos los públicos… Es una dinámica histórica imparable. Desde la aparición del televisor, de hecho, las ventas de cómics en EE UU no han cesado de bajar poco a poco. Lo mismo sucedió en España. Mayor competencia, menos niños a quienes venderles los cómics, alza del precio de los materiales… Es una industria de entretenimiento que lleva agonizando varias décadas, y el cómic hoy tiene que ser otra cosa, reposicionarse en el ámbito cultural.
Desde una perspectiva histórica, ¿Cómo crees que se valorará el periodo actual del cómic? ¿Aceleración o decadencia?
A nivel artístico, y esto es una apreciación por supuesto personal, yo creo de veras que estamos en uno de los mejores momentos de la historia del medio. Hay variedad de estilos, enfoques y temas, y multitud de autores que al fin pueden expresarse con libertad, sin los condicionantes de esa industria que imponía férreos códigos a sus productos. Y comercialmente creo que se está creciendo, poco a poco, dentro de otro paradigma que ya no tiene nada que ver con el funcionamiento ni las cifras de un medio de masas. Se está asentando esta otra manera de hacer cómics. Así que me quedo con “aceleración”, de las dos opciones que me propones.
Dices que escribir este libro te ha servido para aprender cosas nuevas… ¿Con cuáles te quedas?
Como te decía en la primera respuesta, me ha servido para aprender a ser conciso y sintetizar los principales puntos de una cuestión. Pero también me ha obligado a “rellenar huecos” de mi bagaje con obras que a mí como lector no me interesan particularmente. En los tres años que he estado trabajando en el libro —compaginándolo con otras cosas, aclaro— he leído decenas de cómics que, seguramente, no habría leído por mi cuenta o habría tardado mucho más en hacerlo. Para que no me digas que no me mojo, te pondré el ejemplo de obras de la BD de los ochenta como ‘Thorgal’ o ‘Los pasajeros del viento’.
Llevas unos cuantos años en esto de la divulgación y crítica de cómics… ¿Consideras que los críticos, en ocasiones, debemos hacer autocrítica? ¿Qué defectos ves en la crítica actual y a qué crees se deben?
Bueno, comparado con muchos soy prácticamente un recién llegado. Pero sí, considero que la autocrítica, en general, escasea —en esto y en casi todo, la verdad— y es esencial. Hay que exigirse mucho a uno mismo en lo que escribe, se cobre o no, se haga por amor al arte o no. Aunque por supuesto ayudaría que la crítica fuera mayoritariamente pagada y con buenos editores que exijan, sugieran y aporten… Para mí un crítico, igual que un autor, tiene que estar en permanente aprendizaje. Hay que intentar escribir cada vez mejor, huir de lugares comunes o de posiciones de fan —que son muy respetables, por supuesto, pero son otra cosa— y sobre todo formarse constantemente. Leer mucho sobre cómic pero también sobre otros medios artísticos, sobre crítica… Es decir, hacer una crítica fundada, que vaya más allá de la mera descripción de la obra y el “me gusta” o “no me gusta”. La crítica no debería ser simplemente una cuestión de gusto más o menos bien expresado, sino mucho más. Quizás lo que sucede es que en España lo que hay mayoritariamente es reseña de novedades, divulgativa —que es necesaria y no tiene nada de malo, ojo; yo mismo la practico— pero la crítica, digamos, más “académica”, que analice, contextualice las obras, establezca corrientes, etc. escasea aún. Pero se va avanzando, creo yo, que es lo importante, y hay gente escribiendo cosas muy interesantes.