¿Otra historia sobre un Japón en ruinas? Pues sí, pero Heavenly Delusion demuestra que siempre hay autores con el talento necesario para aportar algo nuevo a este género tan trillado
¿Cuántas veces hemos visto un Japón postapocalíptico en la ficción? Ya solo en el manga, se pierde la cuenta: Akira, Aula a la deriva, Dragon Head, I am a Hero… La lista es interminable, y eso dificulta que una novedad que incluye la premisa “Maru y Kiruko tratan de sobrevivir mientras recorren un Japón devastado y en ruinas en busca del Edén” llame la atención en el saturado mercado del cómic japonés. No obstante, he aquí un autor como Masakazu Ishiguro para demostrar que siempre se puede aportar un toque personal y fresco al género, con una historia que atrapa por su misterio y por la peculiar personalidad de sus protagonistas.
Para empezar, la trama tiene más intríngulis que el de una chica y un chico abriéndose paso entre monstruos y maleantes. La historia oscila entre dos escenarios: el ya mencionado y una institución completamente cerrada, con un inmenso jardín que emula el exterior, en la que viven unos niños. Allí son educados por adultos y robots; durante un examen escrito, uno de los alumnos, Tokio, recibe una pregunta fuera de temario: “¿Te gustaría ir fuera de fuera?”. Eso le da pie a plantearse cómo será el mundo extramuros de la instalación. Por si fuera poco, su compañera Mihimime dice haber soñado que dos personas vienen de fuera a visitarlos…
¿Cuál será la conexión entre los protagonistas internos y los externos? ¿Por qué su apariencia física es tan similar? Lo cierto es que de Maru y Kiruko apenas sabemos que a él le encomendaron encontrar un supuesto Edén y que ella es una guardaespaldas sin pelos en la lengua. Eso, y que van armados con una pistola con gran poder de destrucción.
Igual y diferente
Este primer tomo de Heavenly Delusion tiene elementos muy reconocibles. La pareja que recorre un paisaje asolado en busca de alimento y cobijo en las pocas casas que quedan en pie; el encuentro con bandas de supervivientes de escasa moral, así como con buenas personas que tratan de ayudarse mutuamente; la aparición de abominables seres mutantes, con gran reminiscencia al clásico Parasyte; el incipiente romance entre los compañeros… Nada nuevo, en realidad, pero excelentemente armonizado con la existencia de un escenario paralelo donde se vive ajeno al drama exterior.
Sin embargo, quizás el principal enganche de este título, más que del enigma, venga de la personalidad de los aventureros: vale, estamos en un mundo lleno de peligros, pero vamos a tomárnoslo con calma, que con nervios y prisas no se va a ninguna parte. Evidentemente, hay acción: pasan un montón de cosas en esta primera entrega, pero el autor da con el justo tono para que por momentos la sensación sea la de recorrer la cálida senda del constumbrismo. En fin, una lectura que sobre el papel no tenía nada nuevo que aportar y de la que, bendita sorpresa, uno sale con la impresión de haber disfrutado de algo totalmente original.
Heavenly Delusion, de Masakazu Ishiguro
Traducción de Marc Bernabé
Norma Editorial. Rústica, b/n, 224 págs., 9 euros.