Abordar la biografía de una figura histórica como Hitler es harto complicado. O no, porque hay cuestiones referentes al dictador alemán que no deberían estar siquiera en la controversia, por más que algunos se empeñen. En todo caso, abordar un trabajo de este tipo, y tratar de hacerlo de forma rigurosa a la par que entretenida, sin el respaldo de los anexos y las notas a pie de página que permiten matizar o reforzar el relato, tiene un enorme valor. Solo por eso, ‘Hitler‘, la novela gráfica de Shigeru Mizuki que ahora recupera Astiberri, merece atención.

Hitler Shigeru Mizuki

Shigeru Mizuki (1922-2015), uno de los autores clásicos del manga, dio forma a esta semblanza a principios de los años 70, cuando la revista para la que trabajaba le dio carta blanca para hacer lo que quisiera. Confiesa en el epílogo que él,  a los 18 años, también quedó «emborrachado» por Hitler, por lo que comprende que toda una nación fuera también capaz de caer rendida ante su carisma y seguirle en su demencial empresa. Cabe recordar que Mizuki combatió bajo la bandera del Japón Imperial en la Segunda Guerra Mundial, en la que perdería el brazo izquierdo. Con un solo brazo, y ya entrado en años, dibujaría su obra más famosa, ‘Kitaro‘, una especie de catálogo de monstruos japoneses – los yokais-, obra fundamental en la cultura popular nipona.

En ‘Hitler’, Mizuki habla de un monstruo mucho más terrorífico que los simpáticos yokais. Lo que hace de Adolf Hitler tan insoportablemente abominable es, precisamente, que a diferencia de los seres mitológicos, era humano. Mizuki nos presenta al joven Adolf como un inadaptado social, un artista fracasado que acumula rencores variopintos… Un tipo patético, caricaturesco en el estilo de Mizuki, que podría dar hasta risa si no fuera porque toda esa rabia acumulada y esa sociopatía se van a ver reflejadas conforme avancen los años en un movimiento político capaz de arrastrar a miles de seguidores. El resto, como se dice, es historia. A este relato general se suman episodios concretos de su vida privada, entre los que sobresale la escabrosa obsesión que tuvo por su sobrina.

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En el estrecho marcaje que Mizuki realiza al personaje – su bigotito asoma en casi cada una de las cerca de 300 páginas del tomo-, se echa de menos una mirada más abierta a las consecuencias de sus actos: salvo en la apertura de la obra, apenas hay referencias al holocausto. El autor parece más interesado por la insensatez estratégica del dictador al enfrentarse a Rusia o por su capacidad de embeleso a las masas que en reflejar con rotundidad su locura asesina. Este sesgo hace que, aunque interesante como acercamiento, ‘Hitler’ sea una biografía incompleta e incluso fallida en términos historiográficos.

Aunque es imposible abstraerse de este borrón, la novela gráfica de Mizuki, como tal, funciona a la perfección: consigue convertir el repaso a una vida compleja y controvertida en un relato de lo más entretenido. Por algo Mizuki ocupa un lugar destacado en el olimpo del manga.