«Abogada soltera, lucha por su cliente, lleva minifaldas provocativas, y además es autosuficiente«… Y también es de color verde. Por extraño que suene, este es básicamente el resumen de la etapa de ‘Hulka‘ escrita por Dan Slott entre 2004 y 2007. Fue publicada en España por Panini Cómics hace ya unos años, pero aún está disponible en librerías. Siete tomos a mayor gloria del personaje, que rebosan humor y dejan a un lado las grandes peleas para adentrarnos en el mundo de la judicatura superheróica.
Los habituales de este rincón ya sabrán que por aquí no han sido habituales las reseñas de tebeos de superhéroes. Pero la beatífica influencia del podcast Charrando de Tebeos ha expandido nuestro universo de lecturas, y en una de estas ha caído el ‘Hulka’ de Dan Slott. Un guionista que se consolidó con esta serie, y que ahora está al cargo de las aventuras de Spider-Man. Pero antes de que llegará Slott, la Vengadora Esmeralda ya tenía una vida…
El origen de Hulka
‘Hulka’ nació en 1979 para proteger un ‘copyrigth’. Hulk estaba triunfando como la pepsicola gracias a adaptación televisiva protagonizada por Lou Ferrigno.. A alguien en otra editorial podía encerdérsele la bombilla y sacar una versión femenina del personaje para aprovechar el tirón. Así que en La Casa de las Ideas se pusieron las pilas. Stan Lee y John Buscema fueron los encargados de darle vida en el primer número.
El viejo -entonces no tanto- Stan se exprimió poco las meninges para el argumento. Bruce Banner -el alter ego de Hulk- visita a su prima, Jennifer Walters, para compartir con ella su secreto. Pero las actividades como abogada de Walters le granjean enemigos, y unos matones tratan enviarla al otro barrio. Banner le salva la vida gracias a una transfusión de su propia sangre, con la que viaja de regalo una ración de radiación gamma. ¿Resultado? Jennifer Walters se convierte en Hulka, dos metros de chica verde, forzuda, y -a diferencia de su primo- con cabeza.
John Byrne fue el responsable de popularizar el personaje en los 80 y los 90, dándole una personalidad y un aspecto atractivos, con escenas tan míticas y tórridas como esta (a quien le parezca poco, que recuerde esto):
La Hulka de Dan Slott
Con este legado en mente, Dan Slott nos presenta a una Hulka desinhibida, con costumbres demasiado relajadas para convivir en la mansión de Los Vengadores, que la “invitan” a mudarse. Mientras a Hulka la suerte le da la espalda, a Jennifer Walters le sonríe: un prestigioso bufete de abogados ha decidido contar con sus servicios. La condición: que trabaje como humana, no como gigante verde, y que lo haga en un misterioso departamento dedicado al derecho sobrehumano.
En el despacho de Goodman, Lieber, Kurtzberg & Hollyway, Jennifer Walters deberá demostrar su valía profesional en los tribunales. Lo hará con extraños compañeros de trabajo, como Mallory Book, la abogada trepa; ‘Pug’, el compañero secretamente enamorado de Jennifer; el Asombroso Androide del Pensador Loco –Asombroso Andy para lo amigos, uno de los mejores hallazgos de la serie-; o el bibliotecario Stu Cicero, experto en buscar los antecedentes de un caso en los viejos tebeos de Marvel y en señalar los problemas de continuidad con el Universo Marvel.
La premisa original tiene un aliado inmejorable en el argentino Juan Bobillo, con un estilo de regusto ‘cartoon’ acorde con la chispa de los guiones de Slott. Conforme avanzan los números la frescura original decae. Bobillo deja paso a otros dibujantes de trazo más rígido, y la serie se ve envuelta en ‘cross-overs’, batallas y acontecimientos Marvel varios. Aún así, el guionista se las apaña para meter grandes escenas de comedia en medio de ‘saraos’ marvelitas como Civil War o Planeta sin Hulk. Ayuda a oxigenar el ambiente la aparición del personaje de Starfox, cuyos poderes, cual cupido con sus flechas del amor, causan estragos sentimentales allá por donde pasa. Tanto como para que Hulka pase por la vicaría… ¡En Las Vegas!
La ‘Hulka’ de Dan Slott es un tebeo inteligente y divertido, lejos de grandes pretensiones, y que por eso mismo se disfruta aún sin conocer en exceso el Universo Marvel. La cosa se tuerce cuando el tebeo deja de ser un divertimento para meterse en vereda editorial. Aún así, Slott logra colar chispazos de humor y cerrar la trama con acierto sin dejar cabos sueltos… Y es imposible acabar de leer la serie y no sentir amor por una de las más adorables y tiernas criaturas que ha dado Marvel, y que merecería su propia serie: ¡El Asombroso Andy!