Suehiro Maruo rinde homenaje a su maestro Edogawa Rampo llevando a las viñetas ‘La extraña historia de la isla Panorama’, una de las novelas más perturbadoras del padre del ero-guro nipón.
De la convergencia de las insanas mentes de mangaka Suehiro Maruo (Nagasaki, 1956) y del escritor Edogawa Rampo (1894-1965) no podía salir nada malo. Quienes descubrieran al dibujante a través de ‘La sonrisa del vampiro‘, su obra más conocida, ya saben cómo se las gasta el maestro del ero-guro. Y quienes hayan podido leer alguno de los relatos del novelista -algunos recopilados en el recomendable volumen ‘Los casos del detective Kogoro Akechi‘ (Satori Ediciones)-, ya sabrán que de la imaginación del padre del género negro en Japón salieron pasajes realmente perturbadores. Claramente inspirado por estas imágenes tenebrosas, que Maruo acabara por adaptara la obra de Rampo era cuestión de tiempo… Ocurrió con ‘La extraña historia de la isla Panorama‘, una escalofriante fantasía que se alzó con el galardón a la creatividad en el 13.º Premio Cultural Osamu Tezuka (2009) y que ECC Ediciones recuperó hace un par de años en una nueva edición.
La trama tiene todos los elementos necesarios para que Maruo haga su magia negra. Durante la transición entre las eras Taishô y Shôwa (ocurrida en 1926), Hirosuke Hitomi, un joven y aún ignoto escritor, se entera a través de su editor del fallecimiento de un viejo compañero de la universidad. En su época de estudiantes, muchos confundían a ambos con hermanos gemelos, tal era su parecido… Sin embargo, mientras que Hitomi anda bordeando la miseria, el finado era un rico terrateniente de provincias que con los años supo incrementar su fortuna. El protagonista pronto ve la oportunidad: ¿Y si se hace pasar por su antiguo compañero y toma el control de todo su patrimonio? Que haya que simular su propio suicidio, desenterrar al difunto en plena noche y engañar a la viuda, la bella Chiyoko, simulando una milagrosa resurrección, son solo pequeños obstáculos para llevar a cabo su perverso plan.
El objetivo, en realidad, no es vivir en la comodidad y la abundancia. Hitomi quiere materializar una delirante utopía: construir un paraíso terrenal en una pequeña isla, una surrealista y gigantesca atracción de feria para su disfrute personal. El peñasco se convierte en un demencial desafío a la geografía y la arquitectura; un lugar del cual las reglas morales han sido desterradas, dando vía libre a un amplio catálogo de prácticas sexuales. Todo un «panorama» del que Suehiro Maruo saca el máximo partido, dando una grácil forma a las insanas palabras de Rampo Edogawa. Pocos pueden presumir de tener el don que adorna a este dibujante: convertir la depravación en algo estéticamente bello, hasta el punto de incomodar al lector en esta contradicción.
Quizás ‘La extraña historia de la isla Panorama’ no alcance las cotas de morbosidad gráfica de la otra gran obra de Maruo, ‘La sonrisa del vampiro’ (Panini Cómics). Sin embargo, cabe resaltar, es imposible entender esta última sin la influencia del escritor sobre el mangaka, algo que se hace patente con un simple acercamiento superficial a la literatura de Edogawa Rampo.
La novela original en la que se basa este cómic, según señala Daniel Aguilar en el epílogo de ‘Los casos del detective Kogoro Akechi’, se inscribe dentro de la «etapa sucia» del literato, de la que llegó a renegar por considerar que había firmado «historias ridiculas y de escaso valor literario». Tal como subraya el experto en cultura japonesa y traductor, quizás estos relatos primerizos resulten del todo inverosímiles, pero aún así atesoran «ideas brillantes». En este caso, sin que se aprecie intencionalidad política o social alguna, Rampo parece querer dar su propia versión de las utopías racionalistas que venían sucediéndose desde la Ilustración, aplicando un filtro de surrealismo e impresionismo.
Tras la II Guerra Mundial, Edogawa Rampo rebajó el tono y domesticó su obra para hacerla accesible a todos los públicos. Por suerte para nosotros, esta «etapa limpia», de la que bebe el conocido ‘Detective Conan‘, no despertó el más mínimo interés en Suehiro Maruo.