‘Kid Lobotomy’, de Peter Milligan y Tess Fowler, IDW Publishing, 2017

Kid Lobotomy

Kid es el hijo menor de un muy rico industrial hotelero. Ex-proyecto fallido de estrella del rock que ha decidido cambiar su guitarra eléctrica por un arpa, obsesionado por la ‘Metamorfosis’ de Kafka y con un largo historial de tratamientos psiquiátricos y operaciones a sus espaldas, Kid es sorprendentemente designado por su padre para dirigir The Suites, un extraño y laberíntico hotel en el que se ha criado, repleto de personajes excéntricos, con habitaciones que parecen cambiar orgánicamente y lleno de recuerdos, fantasmas, misterios y secretos. O tal vez sea esa la percepción que Kid tiene de él.

Kid, que aprovecha su experiencia personal (y un año de estudios en la facultad de medicina) como base para practicar lobotomías terapéuticas a clientes desquiciados, deberá enfrentarse a sus propios traumas y al mismo origen de su locura, con el único apoyo del competente recepcionista Gervais y de la camarera Ottla, capaz de cambiar de apariencia a voluntad, para tratar de mantener la cordura al tiempo que mantiene a flote el negocio, una labor en la que parece haber muchos interesados en verle fracasar, incluyendo su hermana Rosebud, resentida por creer que el hotel debería haber pasado a sus manos, o quizá incluso su propio padre, que puede que tenga algún interés en agudizar la locura de Kid. Que quizá a veces, en momentos de gran estrés, se convierte en cucaracha.

Éste es el punto de partida de ‘Kid Lobotomy‘, serie escrita por Peter Milligan y dibujada por Tess Fowler con la que IDW Publishing ha inaugurado la línea Black Crown, la nueva línea de obras propiedad de sus autores que ha creado la editora Shelly Bond tras veinte años como editora en la linea Vertigo de DC, de la que incluso fue máxima responsable entre la salida de Karen Berger en 2013 y su controvertido e inesperado despido tras la reestructuración de la editorial que tuvo lugar en 2016.

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Peter Milligan necesita poca presentación. Uno de los guionistas más reconocidos de las últimas décadas, miembro de esa generación de oro de guionistas británicos que revolucionaron el cómic americano en los años 80 y 90, Milligan estuvo ligado principalmente a la línea Vertigo, para la que destacó firmando la más recordada época de ‘Shade: the Changing Man’, a la que seguirían ‘Enigma’, ‘Girl’, ‘The Minx’, ‘Blanco Humano’, varios años de ‘Hellblazer’ o incluso una miniserie de ‘Tank Girl’, y en la que ha seguido publicando obras hasta muy recientemente, aunque también ha trabajado para otras editoriales como Dynamite (‘Terminal Hero’) o Valiant (‘Britannia’). También ha demostrado su buen hacer en obras más mainstream: ha escrito ‘Batman’ o la ‘Liga de la Justicia’ para DC, y ‘Elektra’, ‘X-Force’ (que reconvirtió en ‘X-Statix’ junto a Mike Allred), ‘X-Men’, ‘Caballero Luna’ o ‘Namor’, para Marvel, entre otros muchos títulos.

Tess Fowler, por su parte, es una joven dibujante que comenzó profesionalmente realizando diversos trabajos para Zenescope (‘Grimm Fairy Tales’, ‘Embrujadas’), además de un webcómic llamado ‘The Rascals’, pero que sobre todo se dio a conocer por su trabajo en la exitosa serie de Image ‘Rat Queens‘, de la que se ocupó durante seis números antes de una salida poco amistosa tras un enfrentamiento con el guionista y creador de la serie, Kurtis J. Wiebe. Ha seguido su carrera haciendo ilustraciones y portadas antes de empezar esta colaboración con Milligan.

Han aparecido seis números de la serie, que podría cerrarse en este punto aunque queda abierta la posibilidad de continuar. La serie ha sido recibida con división de opiniones, por cuanto no resulta una lectura sencilla, ya que la narración parece seguir a veces una especie de corriente de consciencia que lo asemeja a un sueño, con multitud de cambios de situación, personajes muy extraños, alucinaciones, flashbacks y sucesos sobrenaturales que podrían ser reales o estar sólo en la mente del protagonista. En cualquier caso resulta fascinante, y si el primer título de la línea debía servir como carta de presentación y declaración de intenciones, no cabe duda de que ‘Kid Lobotomy’ cumple con esa función.