De la lista de nominados a los premios del 30 Salón del Cómic de Barcelona, llamó la atención la ausencia de algún manga en la categoría de mejor obra internacional de 2011. ¿No había ninguno que lo mereciera, o acaso los votantes no leen mucho cómic oriental? Inmediatamente, a uno le saltaron a la mente dos autores excepcionales, Hiroshi Hirata y Shigeru Mizuki.
De este último, de cuya ‘NonNonBa‘ ya hemos hablado aquí, en 2011 se publicó en España ‘3, calle de los misterios‘ (Astiberri). Una buena obra, pero quizás no tanto para ser nominada. Y quizás lo mismo pasa con ‘La venganza del guerrero repudiado‘, de Hirata, también excelente manga, pero quizás no a la altura de los otros títulos de este autor que Glénat / EDT ha publicado anteriormente (destacan ‘Héroes anónimos‘ y ‘Orgullo de samurái‘. Sin embargo, el valor de este tomo va más allá de lo artístico, y merece la pena hablar un poco de él.
‘La venganza del guerrero repudiado‘, la historia que da nombre al tomo, es un manga que se publicó en Japón en 1962 y estuvo rodeado de una enorme polémica: su distribución fue prohibida y muchos ejemplares fueron quemados. Los detalles de lo que ocurrió los cuenta magníficamente Marc Bernabé en el prólogo del libro. El motivo que llevó a esta censura fue que la trama gira en torno los ‘burakumin’, una casta considerada impura en el Japón medieval y a cuyos integrantes solo se les dejaba realizar las tareas más denigrantes.
El protagonista es Gennosuke, un guerrero que ha tratado de ocultar su origen ‘burakumin’ para prosperar como samurái y tratar de mejorar las condiciones de los suyos. No podrá escapar de su pasado, y al ser repudiado, comenzará un plan de venganza implacable más allá de toda cordura. Esta obra fue una de las primeras del maestro Hirata, y eso se nota en lo tosco del trazo y de la historia, que por momentos oscila entre lo ‘gore’ y lo chusco. A pesar de ello, es una historia absorbente, más si se conoce el trasfondo, que salta a la vista con los textos censurados que la edición española, con buen criterio, ha respetado.
También de venganza extrema trata la segunda historia del tomo, ‘El castillo infernal‘. Aquí, quien quiere saldar cuentas es el heredero de un clan cuyo castillo fue destruido por un señor feudal rival. Para ello se infiltra como oficial en el castillo del ejecutor de su familia, y durante más de quince años maquina cómo cobrarse venganza de la manera más cruel posible. Esta historia resulta mejor tejida argumentalmente que la primera, e incluso Hirata trata de justificar toda la violencia que destila con unas gotas de enseñanza moral.
Con nominación o no, vale mucho la pena acercarse a la obra de Hirata. Eso sí, los estómagos delicados deberán abstenerse, porque la sangre y las mutilaciones son marca de la casa.