Un estilo de dibujo sencillo y ‘cuqui’, un bitono rosa, una portada que invita a pensar en una situación cómica… A pesar de esto, no cabe despiste: ‘Mi experiencia lesbiana con la soledad‘ (Fandogamia Editorial), de Kabi Nagata, es un manga tremendo. La clave está en la «soledad» a la que se refiere el título. La protagonista, la propia autora, está rodeada de sus padres, de sus compañeros de trabajo, de la densidad urbana japonesa… Pero está, se siente, incomunicada del resto del mundo. Su vida es un constante sufrimiento, y tras reflexionarlo, llega a una conclusión: a sus 28 años, todavía sin experiencia sexual, quizás acostarse con una prostituta le ayude a dejar atrás sus traumas.
Lo que esconde ese momento de liberación, meterse en un hotel del amor a probar «la dulce miel», tiene detrás una historia de diez años de angustia vital. Nagata se remonta a cuando acabó el bachiller superior – una época «apacible»- y tras medio año en la universidad, dejó los estudios. «Cuando quise darme cuenta, estaba deprimida y tenía un trastorno alimenticio. Había perdido el lugar al que pertenecía, al que debía acudir todos los días, y aquello me causaba una ansiedad tremenda», explica. Así empieza su calvario, que le lleva primero a autoengañarse refugiándose en la aparente comodidad de un trabajo temporal y luego, tras hundirse en el abismo, a aprender poco a poco a quererse a sí misma.
Nagata, dibujante y aficionada al manga, hace algo más que vencer sus miedos: lo cuenta. ‘Mi experiencia lesbiana con la soledad’ fue en sus orígenes un webcómic en el que la autora narró su estreno carnal: «Tengo que dibujarlo antes de que se convierta en mi mente en algo más hermoso de lo que fue». Aquellas primeras páginas no solo tuvieron una muy buena acogida, sino que sirvieron para que lectoras que habían pasado por lo mismo que ella le dieran ánimos. De esta manera, la versión definitiva del manga que nos ha traído Fandogamia a estos lares incluye la metahistoria de su publicación, enriqueciendo aún más el relato y hablándonos – como ya hiciera ‘La levedad‘ de Catherine Meurisse– de que en el arte está la salvación del espíritu.
En ‘Mi experiencia lesbiana con la soledad’ hay mucha tela que cortar. Al igual que ha hecho desde la ficción Shun Umezawa, Nagata deja asomar a través de este episodio autobiográfico algunos de los malesque aquejan a la sociedad japonesa. Aquí, por encima de todos, sobresale la incomunicación, en este caso tan extrema que la autora tiene como única referencia de educación sexual lo que ha leído en los mangas boys’ love. Otro aspecto destacable de esta obra es la habilidad de Nagata como narradora, con acertadas decisiones como recurrir a un estilo de dibujo cómico para rebajar el drama del relato o ingeniar efectivas metáforas visuales para mostrar sus sentimientos.
‘Mi experiencia lesbiana con la soledad’ es un manga cuya valoración trasciende los aspectos narrativos y formales. Es un pedazo íntimo y descarnado de la vida de Kabi Nagata; un ejercicio de desnudez emocional reparadora. Esta sesión de terapia compartida hace que uno desee que ojalá todo le vaya bien a esta autora japonesa de la que, a pesar de separarnos miles de kilómetros, sabemos más sobre sus sentimientos que de los de nuestra vecina del 3º, nuestro compañero de trabajo o de la cajera del súper a la que vemos a diario.