Spirou, como todo buen (super)héroe de cómic, tiene un punto de maleabilidad que lo convierte en un personaje con el que contar muchas cosas. Todo dentro de un orden, claro, el que tan bien definió Franquin: perfecto equilibrio entre aventura y humor. Los autores que han ido cogiendo el relevo de la colección han mantenido la fórmula, variando la gradación de uno u otro componente según sus gustos y contextos… Pero claro, si dejas las andanzas del botones en manos de unos desatados Lewis Trondheim y Fabrice Parme, solo cabe esperar una cosa: ¡Comedia! Y de altos vuelos, además. Su título, ‘Pánico en el Atlántico‘ (Dibbuks).
Trondheim a los guiones y Parme al dibujo dan forma a este álbum, editado originalmente en 2010 en la línea ‘Una aventura de Spirou por…’. El eterno botones se enfrenta a su trance más difícil: un ERE en el Hotel Moustic. Con todo, es afortunado, ya que en lugar de ser despedido es enviado a trabajar a un transatlántico de lujo. Entre el acaudalado pasaje hay un par de viejos amigos: Fantasio, que se cuela como polizón en busca de una exclusiva, y el Conde de Champiñac, que viaja en calidad de científico para supervisar el nuevo sistema de protección del barco contra los icebergs. Un ingenio pensado para dar mayor seguridad a la nave, pero que va a acabar por llevarles al fondo del mar… El pánico se desata entre el pasaje y, ante las adversidades, la elegancia y educación brillan por su ausencia.
En ‘Pánico en el Atlántico’ hay aventura, pero solo es la excusa para la chanza continúa. Lo que Trondheim y Parme construyen es una sucesión de divertidas escenas, llenas de diálogos chispeantes en los que los egoístas millonetis del barco son objeto de una corrosiva crítica. «¡La solidaridad es para los pobres, joven utopista!», dice uno de los potentados mientras cubre de billetes al improvisado capitán de navío para que este no deje subir a bordo al héroe. A este tipo de bromas hay que sumar gags propios del ‘slapstick’ clásico, en los que Champiñac, Spip, Fantasio y Spirou corretean entre un reparto lleno de secundarios inolvidables. La acelerada trama de Trondheim encaja como un guante con el dibujo desenfadado de Parme, que además tiene el acierto de darle estética sesentera.
‘Pánico en el Atlántico’ (Dibbuks) quizás no es el tebeo de Spirou más pegado al espíritu del original. Da absolutamente igual. Es entretenidísimo y descacharrante, una auténtica delicia tanto para aficionados a Spirou como para lectores en busca de una buena comedia, sin importarles medios ni formatos.