A pesar de ser considerado el ‘rey’ del manga (un peldaño por debajo en el panteón cuya cima preside el ‘dios’ Osamu Tezuka), Shotaro Ishinomori (1938-1998) sigue siendo un autor minoritario en España. Hasta ahora, a nuestro mercado solo habían llegado dos de sus títulos como autor completo: ‘Musashi‘ (2009) y ‘Hokusai‘ (2012). Precisamente en la reseña de este último decíamos que su obra ‘Sabu to Ichi torimono hikae– (Notas de los arrestos de Sabu e Ichi)’, de ‘tan solo’ 17 tomos, sería una interesante opción para ver más material suyo por aquí. Aquel deseo se ha cumplido, ya que Planeta Cómic acaba de publicar el primer volumen de ‘Relatos de Sabu e Ichi‘, una colección de cuatro tomos en los que se recogen algunos de los mejores capítulos de esta serie.
‘Sabu to Ichi torimono hikae’ se publicó originalmente en Japón entre 1966 y 1972. En 1968, la evolución de la serie hizo que diera el salto desde una revista shonen (juvenil) a una seinen (adulto), y es justo en ese momento en el que arranca el primer tomo, subtitulado ‘Libro del viento‘. La historia transcurre en la ciudad de Edo, nombre que recibía la actual Tokio durante el conocido como período Tokugawa (1603-1868). Allí encontramos a Sabu, una especie de oficial de policía de la época, y al masajista ciego Ichi, un hombre sabio en el que el agente se apoya para llevar a cabo sus investigaciones. Ichi, además de perspicaz, es un maestro de la espada, lo que inevitablemente remite al popular personaje de Zatoichi, muy de moda en la época en la que apareció este manga.
Sabu e Ichi deberán hacer frente a casos de asesinatos, venganzas, crímenes por amor, robos e incluso, simplemente, samuráis con ganas de poner a prueba sus habilidades. Aunque por el planeamiento del argumento podría parecer que estamos ante unos Sherlock Holmes y John H. Watson, en realidad aquí las investigaciones tienen mucha más acción que deducción. Y aunque los argumentos son aceptables (con esa mezcla de violencia, sexo y sordidez tan típica de los mangas de samuráis de la época), por lo que realmente destaca este título es por los hallazgos narrativos de Ishinomori.
En este campo, el ‘rey’ del manga demuestra lo merecido de su título. Las composiciones de página son tan osadas como efectivas. Deja claro que ni los ángulos rectos ni las líneas horizontales van con él, y gracias a sus atrevidos diseños logra que largos momentos de diálogo se conviertan en escenas vibrantes, o que la tensión se materialice en los duelos de espadas. Hay secuencias simplemente geniales que parecen dibujadas expresamente para reivindicar los hallazgos del cómic como medio. Mención especial merece el capítulo titulado ‘El sonido del viento’, en el que a través del dibujo consigue que el lector logre ‘ver’ como lo hace el ciego Ichi.
‘Relatos de Sabu e Ichi’ es obra de un portento, un tipo que vivió la vida a tope y se dibujó antes de morir, con tan solo 60 años, un total de 128.000 páginas. Puede que no todas sus historias sean geniales, puede que su dibujo no siempre sea esmerado, pero sin duda no se puede negar que Ishinomori tenía un don: ‘veía’ y ‘entendía’ el medio. Vale la pena admirar su talento en este manga.