¿Cómo será el final de ‘Solos’? ¿A dónde nos lleva este thriller sobrenatural? Estas son las dudas que asaltan tras leer el segundo volumen de ‘Solos’ (Dibbuks), la apasionante serie juvenil apta para adultos ideada por Fabien Vehlmann y dibujada por Bruno Gazzotti. Si en la primera entrega ya sorprendía su planteamiento y desarrollo, en esta su guionista juega duro y ofrece unos cuantos golpes de efecto contundentes, de los que dejan al lector en vilo sin poder despegarse del tebeo hasta la última página.
La acción de ‘Solos’, como ya explicamos en la reseña del primer volumen, transcurre en un mundo en el que los adultos han desaparecido por completo de la faz de la Tierra. En la ciudad de Fontville solo han quedado un puñado de niños, entre los que están Dodji, Leila, Celia, Iván y Terry. Cinco chavales con vidas y caracteres muy dispares, pero que unen fuerzas para tratar de sobrevivir y averiguar qué ha pasado. Tras vérselas con el ‘clan del tiburón’, un grupo liderado por un pequeño Hitler en potencia, los recuerdos de lo sucedido comienzan a aflorar.
El segundo tomo arranca con una pequeña ampliación del grupo protagonista. Ahora son más, y eso conlleva mayores tensiones en la toma de decisiones. Y las van a tener que adoptar pronto, porque el enemigo está en interior y en el exterior. Los animales también escaparon a la gran desaparición, y la casualidad hizo que en ese momento hubiera un circo asentado en Fontville… El extraño comportamiento de los monos, no precisamente amigables, va a hacer que el misterioso ‘amo de los cuchillos’ acuda a los críos en busca de ayuda. Una aventura que se saldará con consecuencias imprevisibles y que obligará al grupo a salir de su zona de seguridad y adentrarse en terrenos desconocidos y aún más peligrosos.
Hasta aquí, lo que se puede contar sin reventar el tebeo. Pero en los dos álbumes de la edición original contenidos en este tomo (correspondientes a los números 4 y 5 franceses) pasan muchas más cosas. Y qué cosas. Fabien Vehlmann se ha propuesto ponerse a la altura de ‘Perdidos‘, uno de los referentes de ‘Solos’, en cuanto a giros insospechados y emociones fuertes. La acción es constante, pero no por ello el guionista deja a un lado la exploración psicológica de los protagonistas, a los que mantiene pegados a la realidad. Aunque las situaciones sean extremas, los niños de ‘Solos’ actúan conforme a lo que son, tanto por edad como por carácter y origen social. En definitiva, permanecen creíbles en un entorno increíble.
En cuanto al dibujo, Bruno Gazzotti, fiel seguidor de la escuela francobelga y poco dado a experimentos narrativos y gráficos, traslada con solvencia la historia al papel. Sobresale en esta ocasión su excelente trabajo en las escenas de acción en el desolado y agobiante entorno urbano en el que se mueven los niños.
Vuelta al inicio. ¿A dónde nos lleva Vehlmann en ‘Solos’? ¿Tras tantas emociones, acabará todo en una conclusión decepcionante, como tantas veces ocurre en este tipo de historias? A la vista de ‘Solos 2’, la respuesta es clara: da igual. El viaje al que nos invitan Vehlmann y Gazzotti es maravilloso y sorprendente, tanto como para que uno quiera más. Lo importante, de momento, es disfrutar del apasionante recorrido. La buena noticia es que aún quedan tres tomos más por publicar en España, y la serie no está cerrada en Francia. Mucho tiene que cambiar su trayectoria para que el interés decaiga en lo que queda por ver.