Más de un millón de ejemplares vendidos en Francia. Como tarjeta de presentación para un tebeo, no está nada mal. El nombre del solvente Fabien Vehlmann (‘Green Manor‘) en la portada también es un buen augurio antes de pasar página. Si se hojea el interior, el dibujo de Bruno Gazzotti acaba de convencer de que, cuanto menos, esta es una obra bien dibujada. Las expectativas se cumplen cuando uno se sumerge en la historia de ‘Solos’ (Dibbuks), descrito acertadamente en su nota promocional como una mezcla entre ‘Perdidos’, ‘El señor de las moscas’ y ‘Los Cinco’.
‘Solos‘ arranca al más puro estilo J. J. Abrams. La ciudad de Fontville se acuesta como otro día cualquiera, pero al amanecer todos los habitantes han desaparecido del mapa. Solo quedan cinco niños en sus calles: el duro Dodji, la perspicaz Leila, la empollona Celia, el imaginativo Iván y el impertinente Terry. Ninguno sabe qué ocurrió mientras dormían, ni cómo enfrentarse a un mundo hostil en el que sus padres y el resto de adultos ya no están para decirles qué está bien y mal.
Los cinco chavales, a pesar de sus diferentes caracteres, se unen para ayudarse y tratar de averiguar qué ha pasado. Pronto Dodji y sus amigos deberán abandonar los límites de la ciudad y adentrarse en terrenos ahora inhóspitos. Tendrán que aprender a apañárselas por sí mismos y a resolver entre ellos sus diferencias. Este no será su principal problema cuando descubran que no son los únicos niños que han quedado sobre la Tierra, y que no todos tienen intenciones pacíficas. Los críos son al cabo un reflejo de la sociedad adulta, con sus miserias, violencia y locura. Además, tal como se apunta en esta primera entrega, poco a poco irán descubriendo detalles del misterio de la desaparición masiva.
‘Solos’ es por tanto una especie de ‘Perdidos‘ en versión juvenil, que sirve a Fabien Vehlmann para explorar el comportamiento de los niños ante situaciones extremas, en una lograda atmósfera de thriller de ciencia ficción. El primer volumen de los tres que recopila este tomo atrapa por el planteamiento, si bien la historia, más allá de eso, no deja de ser una larga presentación de los personajes y la situación. Es sin embargo en las siguientes dos entregas cuando la trama gana peso y el lector pasa las páginas con avidez.
En ‘Solos’ parece que Vehlmann juega a ser el Naoki Urasawa de ‘Monster‘ o ‘20th Century Boys‘, dejando pistas al lector aquí y allá, acabando cada historia con un nuevo interrogante sobre la mesa. Bruno Gazzotti, belga de origen italiano, es el acompañante perfecto para dar vida a los cinco protagonistas. Un dibujo en la línea clásica de la escuela francobelga, sin excesivas florituras pero con todo lo necesario para transmitir la tensa atmósfera que respiran los personajes. El resultado es un tebeo juvenil con toques adultos, de los que hacen afición entre la chavalería y a la vez son capaces de convencer a lectores más talludos.
La edición de Dibbuks es correcta, pero da pie a la reflexión. Ha optado por publicar un volumen integral con los tres primeros álbumes de la serie (van por ocho en Francia), a un precio realmente ajustado. Visto el desarrollo de la serie, se agradece. ‘Solos’ rompe los esquemas del álbum clásico, ya que es una historia lineal cuyas entregas no pueden leerse por separado. Editarlos juntos tiene sentido. Sin embargo, dado que es un cómic juvenil, quizás podría llegar mejor a su público objetivo con una edición que siguiera la original francesa. Más que por los propios chicos que lo puedan comprar, por los padres que lo vean ‘regalable’ al asimilarlo al álbum francobelga tradicional.
En cualquier caso, ‘Solos’ es un tebeo muy recomendable. Un thriller juvenil que trata con inteligencia a los lectores, sean o no jóvenes.