Ambientes sórdidos, casos enrevesados, un tipo duro y una ‘femme fatal’. Hace tiempo que el género negro se sacudió sus propios tópicos, sea en la literatura o en el cómic. Con ‘Stumptown: El caso de la chica que se llevó el champú (pero se dejó el Mini)’ (Planeta DeAgostini), Greg Rucka y Matthew Southworth logran dar el inconfundible tono ‘noir a la historia sin tener que recurrir al detective con gabardina y cigarro en la boca. Aquí la protagonista es la investigadora privada Dex Parios, una treintañera con un carácter a prueba de bombas y con más defectos que virtudes. Y lo suficientemente encantadora, a su manera, para que esta historia se devore y deje con ganas de más casos.
Dexadrine Callisto Parios. Cuando tus padres deciden ponerte como primer nombre la denominación comercial de una droga psicoestimulante, tu vida ya está más que encarrilada. ¿Hacia dónde? Eso es otra cosa. El caso es que Dex Parios se ha dedicado a la investigación privada en Portland, Oregon. Sus formas son las habituales: relación de amor-odio con la policía, contactos con los bajos fondos, un coche destartalado, cigarro en la boca y trago largo en barras mugrientas. A diferencia de Colombo, a Dex no le espera su mujer en casa, sino un hermano con Síndrome de Down.
Entre los vicios que adornan a Dex está el del juego. Entre sus dones no está la buena suerte. Dex le debe un pastizal al casino local, y su dueña, una vieja india, se lo va a cobrar en servicios. Así que encarga a la detective que encuentre a su nieta, que desapareció sin dejar más rastro que un Mini aparcado en la puerta de su casa y el cerco del champú en el borde de la bañera. Todo sería más fácil si la muchacha se dejara atrapar, y si no estuviera de por medio el clan mafioso -pero respetable- más chungo de todo Oregon. La buena de Dex se va a llevar más de una paliza y abolladura en su coche durante este trabajito.
Greg Rucka no descubre el Mediterráneo, pero da en la tecla precisa para que ‘Stumptown’ suene a un viejo y agradable ‘standard’. Su gran acierto es el personaje de Dex, con toda su fuerza y todas sus debilidades. Una tipa que te crees en todo momento y cuya credibilidad es lo que realmente sostiene el tebeo. Da la impresión que la trama, aunque bien hilada y realmente entretenida, no deja de ser una mera excusa para lucir al personaje. Quizás en ello tenga que ver que, como contó Rucka en una entrevista, Dex Parios fue creada originalmente para un proyecto televisivo, y en verdad da ese perfil de detective clásico de la pequeña pantalla.
En el aparatado gráfico, Matthew Southworth logra definir el personaje y plasmar la ciudad de Portland con realismo (y dice Matt Fraction en su introducción que con fidelidad). Es cierto que tiene momentos algo irregulares, puede ser que como consecuencia de querer darle cierto aspecto desaliñado a las páginas para reforzar con la estética el tono de la obra. Pero, en general, baila al compás del guionista y es difícil imaginar a Dex Parios en otros lápices.
Si te gustan los tebeos de detectives, incluso las series televisivas del género, ‘Stumptow: El caso de la chica que se llevó el champú (pero se dejó el Mini)’ es una lectura muy recomendable. En Estados Unidos se editó en 2010, y después apareció una segunda parte. Ojalá este tomo tenga el suficiente apoyo de los lectores como para que Planeta se anime a publicar esta continuación.