Es posible que los astrónomos que otean el cielo a diario sientan la misma sensación cuando descubren un brillo que antes no estaba ahí. Ocurre pocas veces, pero es un destello intenso, imborrable. Es algo que nos ocurrió hace ya casi un lustro, cuando en el nº5 del fanzine Thermozero Cómics pudimos descubrir el trabajo de una jovencísima Rosemary Valero-O’Connell. Su historieta de cinco páginas (por cierto, compartía páginas con otra talentosa debutante: Isa Ibaibarriaga) brillaba con luz propia. Aquello no fue fugaz. La maño-estadounidense ha seguido labrándose una carrera en los EE.UU. con el crossover entre ‘Leñadoras’ y ‘Academia Gotham’ y el proyecto ‘Laura Dean Keeps Breaking Up With Me’, novela gráfica con guion de Mariko Tamaki cuyo lanzamiento está previsto a lo largo de 2018. También ha tenido tiempo para proyectos puramente personales, como ‘What is left’, un cómic de apenas 36 páginas realizado para la plataforma inglesa Short Box… ¡BOOM! Lo que pudiera parecer un divertimento entre grandes proyectos se revela como una pequeña joya espacio-sentimental.
‘What is left’ parte de una premisa muy sugerente, la de un futuro en el que la humanidad ha desarrollado una nueva fuente de energía capaz de mover naves a través del Universo. Esta tecnología maravillosa está basada en el transito de recuerdos en el cerebro, y solo necesita como materia prima un ‘donante’ que proporcione el combustible. Cuando algo está en fase de desarrollo, siempre puede ocurrir un incidente… El reactor de una de las naves de prueba estalla en mitad de la nada y solo sobrevive una tripulante, que queda sumida en la masa informe de recuerdos de una risueña y bonachona chica, Kelo. Así, mientras espera ser rescatada, la joven cosmonauta circula por todos esos momentos que Kelo fue atesorando en sus neuronas. Pequeños instantes, alegres y tristes, que constituyen una vida y que conforman un entorno más fantástico que galaxias enteras.
Valero-O’Connell hace algo tremendamente difícil: tener una idea potente, un punto de arranque fenomenal, y dejarlo apartado en apenas unas viñetas para contar lo que importa. Y lo que aquí se quiere narrar es el alucinante viaje de una astronauta a través de sensaciones y sentimientos ajenos, un acto de voyeurismo extremo que, sin embargo, rehuye lo escabroso para mostrar el lado más hermoso de la naturaleza humana. Resulta inevitable caer rendido ante el diálogo que la autora crea entre dos personajes que no pueden interactuar – la superviviente es una mera espectadora, mientras que la donante ni siquiera es ya nada más que recuerdos inconexos-. Todo ello con un dibujo espectacular cuando así lo requiere la escena, pero sobre todo cálido y cercano, algo acentuado por la elección de un bitono morado-rosa.
Lo que queda con ‘What is left’ es la sensación de estar ante una bella historia de amor y ante una autora que está siguiendo la senda correcta. No es de extrañar que quienes apenas han visto una muestra de este trabajo se lancen a conseguirlo sin saber mucho más. Mientras alguien se anima a editarlo en español -si es que ello es posible, candidatos seguro que no faltan-, es tan sencillo como manejarse mínimamente con el inglés y gastarse 9 tristes euros (aprox.) en este enlace. Por cierto, tras esta primera experiencia, un servidor le va a dar más oportunidades a esta Short Box, un ejemplo más de que entre el fanzine y la editorial clásica existen muchas e interesantes posibilidades de edición.