Cadillacs y dinosaurios. ¿Hace falta decir más? Con estos dos elementos, que durante un tiempo dieron nombre a la colección, Mark Schultz creó entre los años 80 y 90 uno de los mayores éxitos del cómic independiente, convertido casi instantáneamente en un clásico. ‘Xenozoic’ (Aleta) traslada al lector a un mundo postapocalíptico, en el que la humanidad, tras siglos oculta bajo la superficie de la Tierra, ha regresado para tomar el control de la naturaleza. Es una oportunidad para un nuevo inicio, pero parece que algunos van a repetir los errores del pasado.
‘Xenozoic Tales‘ -editado ahora como ‘Xenozoic‘ a secas- es un título que aúna todo lo necesario para ser en un tebeo de culto. Su punto de partida argumental es muy atractivo. Tras un cataclismo medioambiental, los pocos humanos que sobreviven se ven obligados a refugiarse durante seis siglos en ciudades subterráneas. Al salir a la superficie, encuentran una Tierra muy diferente a la que dejaron atrás sus antepasados. Marismas, selvas y desiertos ocupan el lugar de las antiguas ciudades, y sus nuevos pobladores son dinosaurios y otras criaturas prehistóricas. La humanidad trata de volver a ‘domar’ el planeta, y para ello cuenta con los vestigios de la tecnología del pasado.
El mecánico Jack Terenc es experto en los coches que dejó atrás la antigua civilización. Es además miembro del antiguo linaje de la Ciudad del Mar, una especie de guardianes de las esencias que velan por el cumplimiento de la ‘Machinatio Vitae’, un pacto entre hombres y naturaleza para evitar un nuevo desastre. Él ejercerá de cicerone de Hannah Dundee, embajadora de la tribu de los Wasoon que trata de averiguar los secretos del pasado que atesora la biblioteca de la Ciudad del Mar. Juntos -y revueltos- protagonizan una sucesión de historietas en las que se irán desvelando detalles que acrecientan poco a poco el interés de la trama. Como gran tema de fondo, la capacidad de la humanidad para reincidir una y otra vez en sus errores, anteponiendo un mal entendido progreso al bienestar del conjunto de seres vivos.
A lo largo de casi una década, Mark Schultz fue entregando un cómic de pura aventura y misterio, un genuino pulp de los años 30 elaborado en los 80, en el que supo explotar con habilidad el interesante punto de partida de las primeras historietas para elevarlo a cotas más altas. Pero el éxito de ‘Xenozoic’ está unido indisolublemente al dibujo de Schultz. Si bien las primeras historietas tienen un dibujo correcto pero no espectacular, conforme se avanza el autor se destapa como un ilustrador genial, capaz de plasmar maravillosamente lo mismo la belleza de la protagonista que la fiereza de los dinosaurios. En algunos rostros y figuras uno cree estar viendo la mano de Alex Raymond, mientras que el influjo de Harold Foster se deja notar en las estudiadas composiciones de página.
Schultz, perfeccionista hasta el extremo, tardaba casi un año en completar cada nuevo capítulo de ‘Xenozoic Tales’, de manera que la serie quedó inconclusa en 1996, y sigue todavía abierta la posibilidad de que algún día la retome. Este tomo de Aleta es una gran oportunidad para tener en un solo volumen todo el material disponible de este clásico indispensable. Eso sí, la edición es correcta, pero algo cara (39,95 euros) para un cómic en blanco y negro y en el que se han colado varios errores de rotulación.