José Antonio Bernal (Zaragoza, 1979) es un tipo detallista. Cuando se le pide quedar para entrevistarle con motivo de las recientes 100 páginas de su personaje ‘Jano in corpore sano‘ en la revista El Jueves, elige como lugar de la cita El Armadillo Ilustrado, la librería que regentan Víctor Romano y Beatriz Barbero Gil en la calle Las Armas de Zaragoza. Aprovecha para comprarse la caja Verde de Autsaider Cómics, y de paso luce camiseta del Salón del Cómic de Zaragoza. Toda una declaración de intenciones con apenas unos gestos.
Pero está aquí para hablar de su trabajo, tanto en El Jueves como fuera de él, y también para reflexionar un poco sobre el panorama tebeístico actual.
Más de 100 páginas de ‘Jano in corpore sano’ como serie semanal en El Jueves… ¿Es un éxito?
Estoy contento de llevar un centenar, pero no sé si es un éxito… Mejor me lo preguntas si alcanzo las 1.000 páginas.
¿De dónde surge Jano?
Todo empezó porque en El Jueves iban a sacar una doble página de tiras cómicas, y Albert Monteys me pidió si podía hacer un tira de deportes, ya que sabía que era un tema que me gustaba. Creé a Jano sin más, en poco tiempo, con formato de tira cómica a color. El deporte nunca ha sido para El Jueves ni una base de ventas ni un referente para su público, pero en España tiene mucho seguimiento, solo hay que ver las audiencias televisivas, así que había que probarlo.
Quizás lo que ocurre es el deporte no va mucho con los dibujantes…
No va con ellos… Pero cada vez hay más seguidores deportivos entre los dibujantes. Solo hay que ver que el año pasado, aunque al final no salió adelante, se intentó montar un partidillo de fútbol coincidiendo con el Salón del Cómic de Barcelona. El deporte no se valora como tema, pero reconozco que es una de mis aficiones y no me importa reflejarlo en mi trabajo.
En El Jueves había una sección deportiva, ‘Por pelotas’, que duró un año. Al quitarse, hubo gente que protestó, lo que demostró que había un público fiel al tema. Se buscó recuperar el deporte para sus páginas a través de una nueva página. Tras enviar algunas pruebas, desde El Jueves me sugirieron recuperar a Jano.
Jano volvió, pero en blanco y negro… Y ahora el color ha regresado.
El Jueves quiere mantener algunas secciones en blanco y negro, para dar un descanso a los lectores entre tanto color. Desde que hice la primera página era algo que no me encajaba, siempre he trabajado en color y profesionalmente no me resultaba cómodo. Al final terminé por colorear con grises. No quería molestar, así que no me quejé. Hasta que un día me armé de valor, y cuando se acercaba el número 100, descolgué el teléfono para preguntar… Y me dijeron que adelante. En ese mismo momento coloreé la página sin esperar a que coincidiera con la entrega 100.
¿Es cierto que te apuntaste a un gimnasio para documentarte?
No es la primera vez que me lo preguntan, porque hay gente que se imagina que estoy cachas y tal… Estuve apuntado una vez en el gimnasio, de joven, y no duré ni un mes. Pero sí me sirvió para coger algunas anécdotas. Era una actividad deportiva muy fría. Hasta hace poco jugaba a fútbol, que es lo que más me divertía.
¿Jano es una tira deportiva para todos los públicos?
No quería que fuera una tira muy específica, el lector de El Jueves -tengo a mi mujer como referencia- puede ser alguien al que le gusta el deporte, seguirlo, pero no tiene por qué ser un experto. Si solo hablara de deporte sería un aburrimiento, y tampoco te puedes evadir de lo que ocurre en la sociedad. Meto temas de actualidad porque la periodicidad semanal además te lo permite.
¿Estás encasillado, cual actor de teleserie?
En el mundo del cómic sí que puede que haya quien piense que solo hago temas deportivos, pero hago muchas otras cosas. Estoy trabajando en un nuevo proyecto, del que todavía no se puede contar nada, que es muy diferente a todo lo que he hecho hasta ahora. El ‘Curso de Oregonés para foranos’ también es algo completamente diferente.
Has sacado el tema del Curso de Oregonés para foranos. ¿Cómo ha sido trabajar con guiones de otro?
Siempre me he hecho mis guiones. En la época en la que empecé, además, había muy pocos guionistas (aunque ya estaba ahí Queco Ágreda). Nunca he necesitado guionista, pero si me hubieran ofrecido uno que me gustase estaba abierto a hacerlo. El Curso de Oregonés ha sido una gozada, porque con José Videgaín -autor del libro- coincidí como guionista en la tele [Bernal trabajó en el programa ‘En el fondo norte’ de Aragón TV]. Al final acabas trabajando junto a alguien porque compartes un tipo de humor y te sientes cómodo.
José me llamó para decirme que pensaba que podía ilustrar el libro. Para mí era un honor, aunque cuando me dijo la fecha de entrega me caí de espaldas. Me mandó los textos, muy claros y explicados, porque en la tele los actores necesitan que les precises lo que tienen que hacer. Pero poco a poco dejó de hacerme anotaciones. Y eso fue porque vio que le pillaba las ideas a la primera, porque compartimos el mismo humor.
Al hilo de esto… ¿Existe el humor aragonés/oregonés?
Hay un carácter especial, y de ahí viene un humor diferente. Como ocurre en otros sitios. Y jugar con los estereotipos y con el lenguaje nos hace reconocibles. Solo hay que ver que en Aragón decimos “ir de propio” en lugar de “ir expresamente”.
Tu humor es muy gamberro, pero casi nunca es hiriente.
Nunca me planteo estas cosas. Es lo que hago desde que tengo uso de razón y dibujo cómics. Es lo que sé hacer. Si gusto, bien, y si no, también, no puedo gustar a todos. Es verdad que no me gusta lo chabacano, los chistes de pedos…
¿Cuál es tu forma de trabajar?
Dedico una mañana o una tarde a preparar guiones. Tengo que ponerme a ello, no me surgen mientras hago otra cosa. Preparo tres o cuatro, se los enseño a mi mujer para ver cuál le hace más gracia, y ese es el que dibujo. Entre unas cosas y otras, puede llevarme dos o tres días tener acabada la página. Lo del plazo de entrega semanal no supone un esfuerzo, porque ya venía acostumbrado de hacer tiras en muy poco tiempo cuando trabajaba para el diario Equipo. Sí que hay semanas que se te hacen más cuesta arriba, pero tienes que entregar y no te lo planteas.
¿Eres ‘hijo’ de la escuela Bruguera?
Totalmente. Es lo que he mascado. Y también he tenido de referencia El Jueves, porque lo leía de crío, que casi era ilegal leerlo tan pequeño. Y todo eso te marca y es con lo que te sientes cómodo.
En cualquier caso, y es algo que comentan tus compañeros de la época, desde muy pronto tuviste tu propio estilo.
Eso no se controla. Hubo un momento en que pasé de copiar a otros, lo que se hace de niño, a dejar de fijarme y hacer lo que me salía. Una vez me dijeron: “He visto un dibujo y he sabido que era tuyo”. Ese día me dí cuenta de que tenía un estilo propio. ¿Cómo llegué a ese punto? Pues no lo sé, fue algo natural.
¿Y ahora qué referentes tienes?
No me gusta citar dibujantes favoritos, porque siempre me dejo alguno y me siento mal. Pero sí me siento identificado con algunas líneas actuales. Me gusta mucho lo que sacan ¡Caramba! y Entrecomics Cómics. También las cajas de Autsaider Cómics y todo de GP Ediciones. En general me gusta todo lo que hacen mis compañeros de El Jueves y lo que sacan Malavida y Thermozero Cómics.
Voy a preguntarte por la mítica foto en la que apareces junto a Ignacio Ochoa, Daniel Foronda y Víctor Romano en la Escuela de Artes, a finales de los años 90. Gente que hoy día sigue muy activa en el cómic aragonés.
Esa época fue espectacular. Entonces no era consciente de la gente que nos juntamos ahí, unidos por el cómic. Ahora en los saraos del tebeo no veo aquella pasión. Porque en Thermozero, por ejemplo, la mayoría de los autores vienen de aquella generación. Sí se ha sumado gente posteriormente, como los que venían de Proyecto Sapo, pero se echa de menos una nueva hornada chavales haciendo tebeos y fanzines. Hay más lectores, solo hay que ver que el Salón del Cómic de Zaragoza va cada vez a más, pero hay menos gente haciendo tebeos.
¿Echas de menos un mayor reconocimiento del cómic de humor?
Nunca se ha valorado. El que hace humor ya sabe que no se va a llevar premios. Y sin embargo atrae a mucho público. Con casi seis millones de parados, la gente quiere humor. Mi objetivo es que la gente se ría. Pero ojo, no tendría ningún problema en hacer una novela gráfica si me lo pidieran, porque lo mío es hacer dibujos.