Thalía Mendoza debuta en la novela gráfica con Camelia y las Dragalácticas, una historia de ciencia ficción tan divertida como picantona
“Chicas, ¡¡a draguearse!!”. Si Camelia y las Dragalácticas, el primer cómic de Thalía Mendoza, mexicana afincada en Barcelona, llega a las manos de RuPaul, a buen seguro que una lagrimilla se deslizará por la maquillada mejilla de la drag queen más famosa de la historia. Quizás sean dos lagrimillas: una de emoción y otra de risa. En este tebeo, el creador del exitoso formato televisivo Drag Race verá colmado su afán de que el arte del transformismo llegue hasta los más lejanos confines de la galaxia y, además, lo haga con un mensaje de respeto y amor, sí, pero también de mucho cachondeo y petardeo.
No es de extrañar, ya que Camelia y las Dragalácticas “estrena” la línea Picante de Bang Ediciones. Tiene cierta trampa, ya que en esa misma categoría, la editorial sitúa títulos anteriores como el -siempre en nuestros corazones- Melvin, de Artur Laperla, con el que, ciertamente, coincide en espíritu pop y pulp.
La historia de este cómic se sitúa en un futuro muy lejano en el que, tras una guerra interplanetaria, el sistema solar colapsó y quedaron pocos supervivientes. El desastre fue mayúsculo, pero dejó una galaxia bastante bien avenida entre los diferentes planetas y sus pobladores, que han encontrado en el sexo el mejor método para el diálogo entre especies. La paz reina, pero siempre hay quien la amenaza, y ahí está la poderosa humana Camelia, junto a un grupo de drag queens bien armadas de pistolas y encantos, para patrullar el espacio.
Con este planteamiento, y con una trama en realidad bastante sencilla, Thalía Mendoza construye un cómic que rebosa carisma. La sutileza queda aparcada en los anillos de Saturno para servir mensajes diáfanos y escenas explícitas. Da gusto (nunca mejor dicho) ver lo bien integrado que está el elemento sicalíptico entre saltos cuánticos, patadas voladoras y rayos cósmicos. El resultado es una alocada comida de acción; ligera, pero no ingrávida, ya que mantiene siempre un pie en tierra para no perder el ritmo de la narración.
Diríase que, al leer este Camelia y las Dragalácticas, uno escucha de fondo una imposible mezcla entre la banda sonora de RuPaul’s Drag Race y Barbarella, pero es justo lo que logra la autora. Thalía Mendoza, shantay you stay!
Camelia y las Dragalácticas, de Thalía Mendoza
Bang. Rústica, color. 128 págs., 17€