A estas alturas, Riad Sattouf (París, 1978) no necesita carta de presentación. La obra del creador de ‘Pascal Brutal‘ o de la maravillosa ‘La vida secreta de los jóvenes‘ habla por sí misma. Pero, por si a algún despistado le faltaba un empujón para adentrarse en los tebeos de este autor francés de origen sirio, el jurado del Festival de Angoulême tuvo el acierto de otorgarle este año su segunda Fauve D’Or a mejor obra -la primera fue por ‘Pascal Brutal’- por ‘El árabe del futuro‘, una novela gráfica autobiográfica en la que Sattouf desgrana sus recuerdos de infancia en Oriente Medio. Que Salamandra sea la editora española de este título contribuye todavía más a que llegue a todo tipo de lectores. Un pequeño detalle: la editorial ha optado por retirar el logotipo de su sello de cómic a la contraportada y poner su marca literaria en la portada. Resultado: el tebeo está en primera línea en las librerías generalistas.
Más allá de estrategias editoriales, ‘El árabe del futuro’ merece la atención que está recibiendo. Su subtítulo, ‘Una juventud en Oriente Medio, 1978-1984‘, deja claro por dónde va la historia. El Sattouf adulto recuerda al niño que fue, de pelo rubio y rizado, y evoca las sensaciones de su infancia a caballo entre la Francia de Mitterrand, la Libia de Gadaffi y la Siria de Hafez al-Asad. Sattouf muestra a través de sus ojos de niño cómo era la vida en esos países y, sobre todo, cómo era su familia. En este primer volumen -de lo que serán tres-, el autor se centra sobre todo en la figura de su padre, un sirio con estudios universitarios, el primer miembro de su familia en saber leer y escribir, seguidor del panarabismo y de las corrientes modernizadoras del mundo árabe.
En cada detalle, Sattouf muestra la fascinación que sentía de niño por su padre, un hombre de personalidad algo excéntrica que, a pesar de ser doctor por la Sorbona seguía profundamente marcado por haber crecido en un pueblecito sirio, al que contra viento y marea parecía sentirse irremediablemente atraído. En su relato, Sattouf deja orillados a otros miembros de su familia; incluso la madre aparece apenas como una sufridora de las ocurrencias del marido. Hay también un retrato de las sociedades por las que pasa el niño rubio. Bajo su inocente mirada los contrastes son de una crudeza extrema. Aunque por la apariencia de su dibujo puede rozar el exotismo amable, recrea algunas escenas estremecedoras.
‘El árabe del futuro’ es una obra en construcción, por eso no se puede valorar todavía como es debido. En esta primera entrega ocurren pocos hechos significativos, a fin de cuentas, solo abarca los seis primeros años de vida de Sattouf. Sin embargo, el cúmulo de sensaciones que provoca la lectura, con la maestría del autor para narrar pequeños pero decisivos momentos, magnifica el resultado final. Emotivo y duro, este cómic es una de las lecturas esenciales del año, y puede ser el arranque de un tríptico memorable. Está en manos del propio Sattouf.