Junji Ito da un giro a su carrera adaptando ‘Indigno de ser humano’, una de las novelas más destacadas del escritor maldito Osamu Dazai
‘Indigno de ser humano’ (ECC Ediciones) es 100% Junji Ito y, a la vez, es la obra que más se aleja de su canon (con permiso de la travesura ‘El diario gatuno de Junji Ito’). Sea porque quiere probar nuevas cosas como autor, sea porque ha sido consciente de que sus mangas han acabado por transcender a su público original (la mayoría de sus historias de terror se han publicado originalmente en revistas destinadas a colegialas), el creador de ‘Tomie’ o ‘Uzumaki’ se ha decidido a adaptar la obra maestra de Osamu Dazai (1909-1948).
Este escritor japonés es una figura polémica, sobre todo por cómo puso fin a su vida, sucidándose junto a su amante y dejando así desamparados a su viuda e hijos. La novela que nos ocupa, publicada el año de la muerte de Dazai, tiene mucho de autobiográfico. Además del suicidio -cometió varios intentos antes del definitivo-, aparecen temas como la presión de una familia acomodada, la militancia en el marxismo, su carácter mujeriego…
El protagonista, Yôzô Ooba, un claro trasunto del autor, es desde niño un ser atormentado y misántropo. Deseoso de escapar del escrutinio de la gente, adopta como táctica vital las “payasadas”, esto es, hacerse el simpático para tratar de ocultar su verdadera personalidad. Esa estratagema, sin embargo, logra el efecto contrario: se convierte en un tipo popular entre sus conocidos y, de forma irresistible, entre las mujeres. Ooba transita por la vida a duras penas, acumulando infelicidad y dejando a su paso un reguero de desgracias causadas por su manifiesta falta de empatía.
Junji Ito tiene mucho callo en crear atmósferas opresivas y aterradoras, y en ‘Indigno de ser humano’ vuelca de forma magistral el oficio acumulado durante tres décadas. Los retorcidos vericuetos de la mente del protagonista se muestran en las ya consabidas escenas de pesadilla en las que es experto, pero donde realmente sobresale es en los momentos más cotidianos. Cuando Ooba quiere hacerse el gracioso, Ito sabe mostrar la falsedad tras su sonrisa; cuando yace con una mujer -cosa que, por cierto, ocurre bastante a menudo-, cubre el erotismo de una pátina de desazón y desagrado.
Resulta paradójico que en la que posiblemente sea la obra más alejada de su trayectoria, más siendo una adaptación, Ito ofrezca un destilado de su mejor esencia como narrador de terror. Aquí no un horror sobrenatural, sino el terror de enfrentarse a una existencia sin un ápice de felicidad.
*Artículo publicado originalmente en la revista Z nº79