Una atmósfera genuina, una protagonista fascinante, un tebeo redondo. ‘Lamia‘ (Astiberri), de Rayco Pulido, es uno de los tebeos españoles del año. Así lo lleva apuntando la crítica desde su lanzamiento en septiembre, y aquí no podemos más que sumarnos a la opinión general. Tras firmar ‘Nela‘ hace tres años, y después de una estancia en la Maison des Auteurs de Angoulême para desarrollar este proyecto, el autor canario entrega una obra inmaculadamente negra y tan afilada como una cuchilla de afeitar.
La clave para disfrutar plenamente de ‘Lamia’ es enfrentarse a su lectura con la mínima información. El propio autor solicitó a los críticos que intentaran desvelar los mínimos detalles del argumento. Aquí daremos incluso menos información de la que proporciona la contraportada del libro. Nos remitimos al Diccionario de la RAE:
lamia¹
Del lat. lamia.1. f. Figura terrorífica de la mitología, con rostro de mujer hermosa y cuerpo de dragón.
Por lo demás, la historia de Laia, la protagonista, con un trasfondo policíaco, no es sino un descarnado análisis sobre los extraños caminos a los que conduce habitar en la mentira. Una mentira que va mucho más allá del fingimiento con uno mismo o con los demás. ‘Lamia’ nos habla de una sociedad al completo – la España de postguerra- instalada en las falsas apariencias, en los cuchicheos en las esquinas, en las envidias soterradas, en los egoismos clamorosos y en los afanes inconfesables.
La gran virtud de Rayco Pulido es lograr transmitir a lector esa corriente soterrada que va más allá de la historia, todo ese no-sé-qué agustioso que recorre el tebeo. Para ello se sirve de un dibujo pulcro, de una línea clara bastarda en la que no hay colores, solo blancos y negros puros. Y la narración fluye como un reloj, escalonada en fugaces episodios cuyo remate exige volver la página.
No añadimos más que una cosa: no dejen pasar ‘Lamia’ y ríndanse a la hipnosis que lanza su portada.