Aventura, acción y, sobre todo, humor. Rumiko Takahashi dio en el clavo con la peculiar historia de un joven luchador de artes marciales que cambia de sexo cuando se moja.
En 1987 Rumiko Takahashi no era precisamente una recién llegada a la industria del manga. Formada bajo la tutela de Kazuo Koike (Lobo solitario y su cachorro), su carrera despegó en 1978 con Urusei Yatsura (más conocida por su protagonista Lamu, todavía tremendamente popular en Japón,) y se afianzó en 1980 con Maison Ikkoku. Tras dos series de éxito, lejos de sucumbir como otros autores japoneses, la Takahashi demostró que aún tenía mucho que decir. Entonces llegó su aldabonazo internacional, el título con el que se convertiría en una de las magakas más famosas fuera de Japón: Ranma ½. Luego vendrían otras obras, pero sin esta sería imposible entender que la autora alcanzara en 2017 la portentosa cifra de 200 millones de tomos en circulación a nivel mundial y que se haya alzado en 2018 con el Hall of Fame de los premios Eisner y en 2019 con el Grand Prix del Festival de Angoulême.
Aunque se suele clasificar como un manga de artes marciales y acción, Ranma ½ es ante todo una comedia ¿romántica? disparatada. La historia comienza cuando Genma y Ranma Saotome, padre e hijo respectivamente, regresan a Japón tras un largo entrenamiento en China, donde un accidente en la zona de los manantiales malditos de Zhou Quan Xiang les va a otorgar una peculiar característica: cuando tocan el agua fría, el padre se transforma en un panda gigante, mientras que el hijo se convierte en chica. De esta guisa van a instalarse en casa de los Tendô. Hace muchos años, cuando aún eran pequeños, sus padres sellaron el compromiso de Ranma con la pequeña de los Tendô, Akane.
A ninguno de los dos adolescentes les hace gracia estar ligados por este absurdo acuerdo entre familias, pero ese va a ser el menor de sus problemas cuando empiecen a desfilar otros “perjudicados”: el donjuán Kuno, el impetuoso Ryoga, la belleza china Shampoo, el luchador cegato Mousse… Por no hablar de adversarios como el anciano Happosai, tan mortífero como indecente, o el director del instituto, un tipo obsesionado con la cultura hawaiana.
La reina de la comedia
El paso del tiempo no le ha sentado mal a Ranma ½. Su peculiar ambientación, con constantes referencias a la cultura tradicional -en muchos casos, con leyendas inventadas de lo más divertidas-, le dotan de un universo propio que resiste a las modas. A ello contribuye su magnífico elenco de personajes, que permiten a la autora jugar con una serie de running gags que, lejos de aburrir, se convierten en un espacio acogedor donde sabes que puedes volver a reír una y otra vez. Un tomo de Ranma ½ le alegra la tarde a cualquiera.
*Artículo publicado originalmente en la revista Z nº68