Yuhki Kamatani dibuja la música y las emociones en ‘Shonen Note’, un manga sobre los ‘días de evanescencia’ de la juventud
¿Cómo se dibuja la música? ¿Cuál es la manera de representar gráficamente emociones y estados de ánimo? No son preguntas con respuestas únicas, pero pocos autores de manga le dan mejor solución que Yuhki Kamatani, cuyas dos obras publicadas en España por Tomodomo Ediciones son pura maravilla: ‘Sombras sobre Shimanami‘ y ‘Shonen Note‘. De la primera, que aborda el día a día de una comunidad LGTBI+ en Japón con realismo y delicadeza, hablamos aquí; ahora toca hablar de la segunda, anterior en su bibliografía, un dechado de sensibilidad y belleza a la hora de mostrar las inquietudes de un grupo de niños en el camino a la adolescencia.
Si uno tuviera que responder a «¿De qué va ‘Shonen Note’?» podría caer en el error de contestar que gira en torno a un coro de niños en un instituto y su camino hacia la final de un certamen nacional. Pero decir eso sería arañar apenas sus intenciones. La historia se centra en Yutaka Aoi, un niño recién mudado de Tokio a la pequeña ciudad costera de Kawami, donde su portentosa voz de soprano le lleva directo al club de coro del instituto local. Aoi tiene una sensibilidad extrema para los sonidos: una melodía puede hacerle llorar, igual que un ruido puede agobiarle físicamente; siente la música de forma sinestésica a través de todos sus sentidos.
Aoi es especial, pero comparte algo esencial con el resto de sus compañeros de coro: todos abordan una etapa de cambio con inseguridades sobre su futuro y dudas sobre su identidad. ¿Quién y cómo quiero ser en el día de mañana?, se preguntan en el más amplio sentido de la cuestión. En el caso de Aoi, solo sabe que su pasión es cantar, aunque no pierde de vista el reloj: con la llegada de la adolescencia a sus cuerdas vocales, sus días como soprano tienen fecha de caducidad. Se mira en el espejo del niño ruso Vladimir Popov, con el que mantiene una relación de amistad y rivalidad.
Kamatani anticipa en ‘Shonen Note’, de forma transversal a través de personajes secundarios, su preocupación por mostrar la diversidad de género entre niños y adolescentes, así como las dificultades que deben enfrentar para vencer prejuicios y ser quienes realmente quieren ser. En realidad, esta cuestión queda perfectamente integrada en el espíritu de la obra, que no es otro que, como reza el subtítulo del manga, retratar esos ‘días de evanescencia’ de la juventud, tan fugaces como determinantes a la hora de conformar la vida adulta. Es por ello que este manga funciona con independencia de la edad del lector, pues es fácil empatizar con los anhelos de este grupo de chicos.
Si el fondo y los valores de este título son sobresalientes, la forma es fascinante. Kamatani recurre a elaboradas metáforas visuales para dibujar la música o, más bien, la emoción que provoca; aplica la misma receta al sentir individual y colectivo. Un ejemplo sencillo a la par que eficaz: en un momento en el que los chavales están emocionados ante la perspectiva de una importante actuación, los dibuja instalados entre nubes dentro del aula en la que ensayan.
‘Shonen Note’ es un manga tan singular (y arriesgado: no hay acción ni competición) como conmovedor. Tanto este título, completo en ocho tomos, como ‘Sombras sobre Shimanami’ (cuatro) son una excelente adquisición para bibliotecas públicas y de institutos, no solo por su calidad, sino por su manera de afrontar temas de calado y la invitación que hacen a reflexionar sobre ellos.