¿Se puede vivir a las puertas del infierno? ‘Un buen hombre’, un tebeo basado en los sucesos que tuvieron lugar a las afueras del campo de exterminio de Mauthausen, refleja la miseria moral de los habitantes de una urbanización a la vera del horror. La historia cuenta además con el valor añadido de su original planteamiento. Si bien el guión corre a cargo de un único guionista, Javier Cosnava (Hospitalet de Llobregat, 1971), tras el apartado gráfico hay diez dibujantes, que conforman un bien trabado mosaico.
‘Un buen hombre‘ (Glénat) está inspirado en lo que ocurrió en el campo austriaco de Mauthausen, al que fueron a parar muchos españoles que habían huido a Francia en los últimos meses de la Guerra Civil española. Según cuenta su autor en el propio libro, «nada ha sido exagerado, en todo caso, se ha optado por limitar la brutalidad de muchos actos en aras de la verosimilitud narrativa». El cómic, que sigue la senda abierta ya hace casi dos décadas por el ‘Maus’ de Art Spiegelman, cuenta con el beneplácito de la asociación Amical de Mauthausen, a cargo de cuya presidenta corre el prólogo de la obra.
La historia toma como narradora a Marie, una anciana que rememora cómo los «buenos alemanes» esclavizan a los internos del campo, y escarnian a los «malos» patriotas, aquellos que no comparten el destino que traza Hitler. En la ‘idílica’ Ciudad Jardín a las puertas del campo de concentración habitan oficiales de las SS y la Gestapo que, con el alma vendida al diablo, no dan tregua ni a los prisioneros que allí trabajan ni a sus propias familias. Cosnava nos muestra a unos hombres comunes que, por oportunismo, por convicción o por miedo, han abrazado el nazismo para hacerse sus más fieles servidores.
En este sórdido ambiente, ‘Un buen hombre’ narra además el misterio que rodea a uno de los prisioneros que trabaja en la urbanización, el español Simón. Mientras se desmadeja la incognita, a su alrededor las tragedias y el esperpento se suceden. Con un final inesperado, este tebeo es, sobre todo, un retrato -y un recordatorio- de la deshumanización en la que se puede caer con la supremacía como filosofía.
Cada capítulo está dibujado por un autor diferente, pero Cosnava teje la trama de manera unitaria, logrando que la diversidad gráfica no desvirtúe ni difumine la obra. Así, el equipo artístico está integrado por Daniel Acuña, Toni Carbos, Carlos, Sofía Espinosa, Bernardo Muñoz, Javier Fernández, Alfonso Zapico, Javier Navarro Barreno, Fernando Baldó y Rubén del Rincón. Esta variedad aporta riqueza y matices, y proporciona al lector el entretenido juego de la comparación.
A primera vista, »Un buen hombre’ podría haber quedado como ‘otra historia de campos nazis’. Pero su lectura atrapa desde el principio y lo más importante, aporta una nueva visión de aquellos hechos.