‘Una mujer de espaldas’ y ‘Flight’: autoras bajo el eclipse

Yamada Murasaki (Una mujer de espaldas) y Kuniko Tsurita (Flight) representan dos de las escasas mujeres en los comienzos de la revista alternativa Garo; sus obras reflejan sus duras vidas, marcadas por la violencia de género (Yamada) y la enfermedad (Tsurita)

Sombra sobre sombra. Si ya de por sí una mujer en el Japón de la década de 1970 tenía que hacer frente a un buen montón de obstáculos, en una sociedad (todavía hoy) lastrada por el machismo, las autoras de manga alternativo tuvieron que afrontar un doble eclipse. Si en esos años hubo dibujantes reconocidas, no fueron las que se movían en los márgenes, sino aquellas que revolucionaron el manga shôjo (para niñas y adolescentes) desde publicaciones de gran tirada. Hablamos del Grupo del 24 (en referencia al año 24 de la era Shôwa, 1949, en torno al que nacieron la mayoría), con nombres como Riyoko Ikeda o Moto Hagio. Y si en aquellos años -y sobre todo en los posteriores, ya con aura de culto- hubo reconocimiento para el manga alternativo, fue para autores como Yoshiharu Tsuge o Yoshihiro Tatsumi, estandartes de la prestigiosa revista Garo, con los que el manga gekiga (dramático) quedó unido a una imagen de masculinidad atormentada. En este contexto, ¿dónde se sitúan autoras como Yamada Murasaki o Kuniko Tsurita, voces hoy reivindicadas, pero no suficientemente atendidas?

Una mujer de espaldas

La brecha de género en Japón

Decir que Japón arrastra un problema de igualdad puede parecer un tópico, pero solo hay que darse una vuelta por las noticias de Nippon.com etiquetadas como “brecha de género” para ver que los datos lo confirman sobradamente. Tras la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial, durante la reconstrucción “se fija la imagen de la familia moderna, que, de acuerdo a la lógica empresarial, estaba formada por un esposo que trabajaba, una esposa dedicada al hogar y dos hijos por término medio”. No es hasta mediados de los 70 cuando “comenzó a aceptarse el trabajo de la mujer casada como una forma de complementar los ingresos familiares”. Sin embargo, el Gobierno japonés, a la contra de esta apertura, introdujo incentivos fiscales para que las mujeres permanecieran al cuidado de niños y ancianos.

Mentalidad asentada y decisiones políticas han contribuido que, en lugar de escalar, Japón se deslice a los últimos puestos de la clasificación del Informe Global de la Brecha de Género, sitúandose en 2023 en el puesto 125º de entre 147 países. En 2024, la Dieta de Japón, en la cual solo hay un 11% de legisladoras en la Cámara Baja, todavía andaba enzarzada en el debate de si permitir o no (y ha sido que no) que la mujer conserve su apellido de soltera después del matrimonio.

Por supuesto, en la estela internacional de los movimientos sociales de los años 60 y 70, el feminismo también caló en Japón, con activistas y colectivos que lucharon por lograr avances en materias como el acceso al trabajo, la representatividad, el fin de la impunidad de los abusos o los derechos reproductivos, asuntos que tuvieron su reflejo en el manga… y que todavía hoy lo tienen, como demuestra Akane Torikai y su obra más reciente, todavía inédita en España, Bad Babies Don’t Cry, o, en otros ámbitos, el documental Black Box Diaries, donde la periodista Shiori Ito narra en primera persona su lucha por destapar la violación de la que fue víctima.

Black Box Diaries

 

Una mujer de espaldas

Todo este contexto sirve para entender mejor la profundidad de Una mujer de espaldas, la obra que Yamada Murasaki (1948-2009) publicó entre 1981 y 1984, bajo el título original de Shinkirari. Yamada fue una de las escasas autoras que publicaron en la primera etapa de Garo, mítica revista que se constituyó en la casa del manga alternativo y experimental desde su aparición en 1964 hasta su fin en 2002. En realidad, había debutado en 1969 en la revista COM de Osamu Tezuka, mucho más abierta a la participación de mujeres, pero con una vida efímera que la obligó a buscar acomodo en 1971 en la que había sido la competencia directa, Garo. Aunque esta publicación mensual ofrecía más gloria que yenes a las aspirantes, al menos brindaba una libertad creativa que atrajo a autoras como Kuniko Tsurita -de la que hablaremos más adelante-, Yoko Kondo o Hinako Sugiura, estas dos últimas también asistentes de Yamada, junto a la que recibieron el apodo, con tintes sexistas, de “las tres hijas de Garo”.

Una mujer de espaldas es la historia de una de tantas amas de casa en el Japón de los años 80, en uno de tantos bloques de apartamentos impersonales. Como reverso del oficinista que llega a las tantas a su hogar después de trabajar, sí, pero también tras irse de juerga, aquí vemos la vida cotidiana de una treintañera, madre de dos niñas, que se ve atrapada en su matrimonio con una rutina tan tranquila como esclava, de la que trata de escapar mediante un empleo a tiempo parcial. Un drama doméstico sutil en sus formas y demoledor en su fondo.

Como explica el apartado crítico de Ryan Holmberg (solo por este texto ya vale la pena el tomo),  Yamada dejó de publicar tras casarse con un marido maltratador y autoritario que le exigió que aparcara su oficio para dedicarse de lleno a las tareas del hogar. Solo después del divorcio, a principios de los 80, pudo regresar con normalidad a la mesa de dibujo. 

Así surgió Una mujer de espaldas, una serie de escenas en las que Yamada vuelca esta experiencia sin rencor, muy suavizada respecto a lo que fue su propia biografía, pero sí mostrando la desazón al darse cuenta de que lo que siempre había anhelado, formar una familia, se había convertido en una cárcel para ella. En esta crítica a lo doméstico como espacio “natural” de las mujeres se trasluce el feminismo de una autora que fue también poeta -cosa que se aprecia en sus textos- e incluso se metió en política para defender sus ideas.

Una mujer de espaldas

Un dibujo elegante y estilizado acompaña a la corriente de fondo bajo situaciones tan cotidianas como preparar la cena, fregar los platos o acompañar a las niñas en sus juegos. En esa grieta entre expectativas y realidad, hay espacio también para la felicidad de los pequeños logros y una hermosa reflexión sobre la maternidad: “Se parecen a mí, pero no son yo”.

Flight

Si de parecidos hablamos, cuesta imaginar una autora más alejada en preocupaciones y estilo de Yamada Murasaki que Kuniko Tsurita (1947-1985), con la que comparte, sin embargo, generación y revista. Esta autora debutó en la Garo siendo casi una adolescente, y se mantuvo en sus páginas hasta que el lupus acabó con su vida a la temprana edad de 37 años. En Tsurita se aprecia un enorme impulso creativo, tan intenso que incluso en Flight, una recopilación cronológica de sus historias para la revista, se incluyen algunas piezas que dibujó al completo pero cuya publicación fue rechazada.

Tsurita inició su carrera en 1965, con una historieta de ciencia ficción; era un género en boga y que le interesaba, pero que estaba en las antípodas de lo que se esperaba de una chica: que dibujara mangas para niñas. Pronto vemos que la autora va conformando un estilo propio, si bien muy marcado por el gekiga en cuanto a mostrar personajes al margen del sistema o temas truculentos y sexuales. Su filiación con Garo es indiscutible también en cuanto a su gusto por el surrealismo y lo onírico, que se plasma en soluciones gráficas y narrativas muy en la línea de Seiichi Hayashi (Elegía en rojo, 1970) o, en el caso de la pieza El cielo está azul con una sola nube (1974), con gran influencia del Nejishiki (1968) de Yoshiharu Tsuge.  

Hay sin embargo una mirada particular que aleja a Tsurita de sus compañeros masculinos, y es que da una voz en primera persona -muchas veces dispersa e inconexa, pero una voz- a personajes femeninos y con género fluido, y subvierte los roles asentados en la época, por ejemplo poniendo el foco en las trabajadoras sexuales, no en sus clientes. En su última etapa, se aprecia el influjo de Yoshihiro Tatsumi, pero sus últimas historietas, irremediablemente marcadas por la enfermedad, adquieren un tono lúgubre y descorazonador cercano a la angustia.

Fight

Desde la espontaneidad de la adolescencia a la adultez marcada por la enfermedad, Flight es un tomo que atestigua la fulgurante energía de una autora a la que los malos hados del destino arrebataron el tiempo necesario para tomar aire, asentar su voz propia y consagrarse en un mundo dominado por hombres.

Yamada y Tsurita 

Con la edición casi simultánea en nuestro país de Una mujer de espaldas y Flight es posible ver que, a la vez que había un grupo de autoras revolucionando el manga con sus historias para adolescentes, otro grupo, más reducido y menos reconocido pedía paso en el manga alternativo. Pertenecer a una misma generación no hizo que tuvieran una voz única. Sin embargo, en mayor o menor medida, de forma más o menos abierta, muchas contribuyeron a reivindicar cuestiones importantes en cuanto al género y el papel de la mujer en la sociedad japonesa.

Autoras como Moyoko Anno o Kyoko Okazaki tomaron el relevo, y en la actualidad otras como Akane Torikai siguen poniendo a la sociedad japonesa ante el espejo. En cuanto al reconocimiento del propio medio, también queda trabajo por hacer: la hija de Yamada Murasaki lamentaba recientemente en redes sociales que se recuerde más a su madre en el extranjero que en su propio país.

Una mujer de espaldas, de Yamada Murasaki

Tomo único

Salamandra Graphic, 384 páginas / B/N, 24,95 €

Traducción de Marc Bernabé

 

Flight, de Funiko Tsurita

Tomo único

Gallo Nero, 484 páginas / B/N, 39,00 €

Traducción de Yoko Ogihara y Fernando Cordobés