«Oh, Dios… Ahora sé que las cosas van mal. ¡Estamos refiriéndonos a nosotros mismos en tercera persona!»
La vida sigue. Tras los dramáticos sucesos que cierran ‘Fuerza-X‘, el espectáculo debe continuar. Así que los integrantes del mediático y bullanguero supergrupo continúan sus aventuras bajo el nombre que dejó como legado la desaparecida U-Go Girl, X-Statix. ¿Cuál es el concepto bajo esa nueva denominación? Ni ellos mismos lo tienen muy claro…
– ¡Ahora vamos! Haya ocurrido lo que haya ocurrido, aún somos Fuerza-X.
– Ah.. En realidad, Guy… No lo somos…
– … Ya no somos Fuerza-X.
– ¿He dicho Fuerza-X? Quería decir… Maldición… ¿Cómo nos llamamos ahora?
– X-Statix.
En ‘X-Statix: Buenos presagios‘ (Panini Cómics) se reúnen los diez primeros números de colección desgajada del ‘Fuerza-X’ que revolucionaron Peter Milligan, a los guiones, y Michael Allred, al dibujo (con el color inseparable de Laura Allred). El giro en la serie fue tal que en 2002 los personajes dieron el salto a su propia y diferenciada cabecera, en la que el escritor británico pudo seguir el sendero transgresor que él mismo había abierto. En este volumen continúan las aventuras de El Huérfano -que no es tal- y compañía. No son el típico grupo de superhéroes: son una franquicia propiedad de un multimillonario, apenas un producto en «el mundo comercializado, globalizado y obsesionado con las marcas en el que vivimos». Tanto es así que hasta tienen competencia, Fuerza-0, un novísimo equipo de mutantes, surgido de las votaciones de un programa de televisión.
La maquinaria mediática -y la más prosaica necesidad de contar con una teleportadora en su alineación- obliga a X-Statix a incorporar a sus filas a Venus Dee Milo, una superheroína llamada a remplazar a U-Go Girl tanto en el corazón de los fans como en el de El Huérfano. Pronto será puesta a prueba, ya que ella y el resto de X-Statix deberán enfrentarse a un chaval problemático que tiene atemorizada a una ciudad de Minnesota. Milligan, en una de sus geniales jugadas, hace que este chico, en lugar ir armado con un rifle en la mejor tradición norteamericana, use como arma unos terribles poderes mentales. Esta es solo la apertura de un tomo en el que, de nuevo, hay diálogos ácidos, personajes que rebosan cinismo y una mordaz crítica al capitalismo mediático. Milligan da en estas historias todavía más protagonismo a El Huérfano, al que sitúa entre el amor por Venus y el imborrable recuerdo de U-Go Girl, sin duda la otra gran protagonista (ausente) de este volumen.
A pesar de las bondades de ‘X-Statix. Buenos presagios’, el tomo cuenta con ligeras sombras. Ya no hay sorpresa. Milligan puso todo patas arriba en ‘Fuerza-X’; aquí solo continúa el camino ya trazado por él mismo. La historia que cierra el tebeo, ‘El visón rosa’, no deja de ser un divertimento sin sal para juntar al carismáco mutante Doop con Lobezno, en un ‘crossover’ dibujado por Darwyn Cooke. Otros dibujantes que pasan por ‘X-Statix’ son un correcto Philip Bond y un Paul Pope cuyo personal estilo no acaba de encajar bien con el tono cáustico de la serie. El magnífico trabajo de los Allred tiene la capacidad de que la serie chirríe cuando cualquier otro dibujante, por bueno que sea, se hace con las riendas.
Segundas partes pueden ser buenas… Aunque los moldes ya estén previamente rotos. ‘X-Statix, Buenos presagios‘ es un tebeo entretenido, divertido e inteligente, complemento indispensable del excelente ‘Fuerza-X’. Solo sería más de actualidad si en él aparecieran Twitter o Facebook como opción, dentro de la ficción, para comentar la vida de los personajes. El conjunto de ‘Fuerza-X’ y ‘X-Statix’ suma la virtud de la accesibilidad: pocos cómics dan tan buen rato de lectura por tan poco (algo más de 30 euros por los dos tomos), y encima permiten catar superhéroes sin meterse en embrollos de eventos ni continuidades Marvel.